Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Caja España, en clave

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LA ESENCIA del negocio financiero es la discreción. Los altos ejecutivos de la Banca lo dicen con énfasis. Es un principio sagrado en su manual de estilo. En Caja España, durante su larga y obtusa crisis de gestión, primaron las indiscreciones y el ocultismo sobre el rigor y la transparencia. Y así siguen. Ayer se reunió el consejo de administración. Me han dado no menos de cuatro versiones, como si el personal que gobierna la primera entidad financiera de Castilla y León, fuera de otra galaxia y consciente de que la última frontera está en Marte. Algo increíble, sobre todo al admitir que un bisnieto, mío ya no, pero sí de mi hijo, puede ser marciano. Y aunque el organigrama directivo de Caja España estaba cerrado en su casi totalidad -sólo restaba designar al responsable de los servicios centrales, en el Alto del Portillo-, el punto no fue incluido en el oden del día. Otros dicen que sí, que se dio el visto bueno al organigrama, aunque sin poner nombres sobre la mesa. Es la técnica de la confusión, no de la transparencia. Ignacio Lagartos no quiere una sola puntada con holgura. Busca un ajuste tan preciso como el zurcido de las monjas. Es la excusa. Yo me atrevería, sin riesgo de error, a vocear que no se llevó al consejo la confirmación del nuevo equipo directivo, cuyos nombres y cargos tengo sobre la mesa, porque las brujas de la niebla lo impidieron, dicho sea en metáfora. Algo así como aquellas meigas que denunció Torcuato Fernández Miranda cuando Arias Navarro fue elevado a la presidencia del Gobierno. Y ya se sabe: la niebla es imcompatible con la transparencia. El consejo de Caja España institucionalizó ayer que una cosa es ser y ejercer la autoridad y otra, muy distinta, tenerla. En la sesión matinal se abordaron los asuntos o temas ordinarios de negocio. Por la tarde fue otra historia. Debía discutirse el informe sobre la rescisión del contrato con Evaristo del Canto y todas sus connotaciones: indemnización, fondo de pensiones, fichaje por otra entidad, incompatibilidad, etc. Y tampoco se abordó. O sea: el consejo se rebotó porque desde la cima se cegó el paisaje de niebla para poner punto y final a la crisis de gestión, con lo que quedó abierta, de par en par -de hecho jamás se ha cerrado-, la crisis de presidencia. El consejo tampoco le metió ayer el diente. De cualquier forma, creo que ya se agotó la paciencia de la mayoría de los consejeros de Caja España. Se han juramentado para dar el boleto a Juan Manuel Nieto Nafría. La gota que colmó el vaso fue el veto a no incluir en el orden del día la composición del nuevo organigrama ejecutivo, con lo que Ignacio Lagartos tragó el primer sapo de su corto ejercicio como director general. Hay como una técnica de dilación que no aguantará el tirón por mucho tiempo. Yo diría que no superará un par de semanas. Quizá en la próxima habrá candiato alternativo a la presidencia de Caja España. Es una forma cortés de envolver en celofán lo que es, lisa y llanamente, una moción de censura. Lo seguro es que Nieto Nafría saldrá por la puerta de atrás.

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