LA VELETA
¿Qué le pasa a Rajoy?
¿QUÉ le pasa a Mariano? ¿A qué espera para salir? Parece como si tuviera miedo escénico. Está jugando demasiado amarrado. Los socialistas van por delante y le están ganado la iniciativa. Con estas o parecidas palabras expresan algunos votantes del PP la impaciencia que les provoca la premiosidad con la que el candidato popular está encarando la campaña electoral. Lo de Botín fue llamativo. Nadie se engaña acerca de las simpatías políticas del banquero cántabro pero verlo al lado de Zapatero en un acto en el que ambos criticaron la cicatería presupuestaria del Gobierno en materia de educación, sin duda, ha sido un tanto para el aspirante. El PSOE ha salido como solían los alomogávares: en tromba y Mariano, que tiene rostro y porte de príncipe de Bizancio, aparece distante, incluso burocrático. Quizá sea fruto del cálculo, pero suena a desgana. Es probable que esté esperando al desfondamiento de Zapatero o a que los barones metan a su contrincante en algún nuevo jardín como cuando Rodríguez Ibarra propuso peinar a los partidos nacionalistas con la cortadora de margaritas. También puede ser que entienda que es suficiente con la dosis de campaña que hace el propio Gobierno disfrazando de publicidad institucional lo que no es más que propaganda. También es verdad que Aznar se fue Washington a grabar un «spot» contra Zapatero en la antesala del despacho de Bush («el PSOE ya no es un partido nacional»), pero Aznar no es el candidato, quien se presenta es Rajoy y a Mariano se le ve poco. Está escaso de actos, parco de multitudes. Parece que este fin de semana podría dejarse caer en algún mítin, pero se nota que el género no le va. Es más hombre de despacho que de plaza de toros y reparto de abrazos y besos entre los parroquianos afines. Es probable que esté rehusando los debates en la televisión por razones de esa misma estirpe: puede que se sienta incómodo al saberse observado. A mucha gente le pasa. Gente inteligente y sensible que convive mal con la componente inevitablemente teatral que conlleva la vida pública. Claro que puesto que ha sido suya la decisión de dedicarse a la cosa pública y suya es la voluntad de gobernarnos a los españoles, me temo que no le queda más remedio que salir.