Vocación de gobierno

ESTE fin de semana los socialistas, reunidos en una Conferencia Política, bien organizada por José Blanco, han dado los último retoques a su programa electoral. Un programa con vocación de ser un programa de Gobierno. Seguramente por eso los ponentes del programa han tenido en cuenta la recomendación del presidente del PSOE, Manuel Chaves, quién en el discurso de apertura de la Conferencia, decía que antes de defender las enmiendas estuvieran seguros de la propuesta puesto que el programa no es un brindis al sol, sino para gobernar. La puesta en escena de la Conferencia Política ha sido impecable, lo que hay que apuntar en el haber del secretario de organización. Más allá de las discusiones programáticas, creo que hay que destacar dos hechos de la primera jornada de la Conferencia Política: por una parte el discurso de Manuel Chaves y por otra el entusiasmo y cariño de los asistentes para con Felipe González. Manuel Chaves huyó del discurso fácil el de la descalificación por la descalificación de partido gobernante. Chaves con precisión de cirujano fue diseccionando lo que ha sido la política del PP en éstos últimos ocho años. No tuvo empacho en reconocer que España había avanzado, que ha habido una etapa de bonanza económica, y al mismo tiempo un aumento considerable de las desigualdades. Chaves recordó las que son y deben de ser las señas de identidad del PSOE: la justicia social, la solidaridad, la defensa de las libertades. Y recordó que el PSOE va a cumplir el próximo mes de mayo 125 años, y que es un partido que lleva en sus siglas «español» porque es un partido español, pero de una España en la que caben todos. El segundo acontecimiento significativo es la reacción de los asistentes para con Felipe González. Felipe continúa siendo el político más querido del PSOE, y eso se nota. Allá donde esté le sigue la gente para besarle, abrazarle y, sobre todo, pedirle que no se vaya.