Diario de León

DESDE LA CORTE

Aparece el partido conservador

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FERNANDO ONEGA
León

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SI USTED está medianamente satisfecho; si cree que las cosas van razonablemente bien; si no tiene grandes motivos de queja con Aznar y su gobierno, ¿para qué quiere cambiar? ¿No habíamos quedado en que España va bien ? Entonces, seamos consecuentes y marchemos por la senda que nos condujo a esa conclusión. En esta proposición va a consistir, sospecho, la oferta electoral del PP. Es muy sencilla, casi elemental, pero está llena de lógica, como le gusta a Rajoy. Eso se desprende de los últimos discursos de Aznar y del propio candidato. Nos sitúa, por tanto, ante una contienda con estos perfiles: a un lado, un PSOE disconforme con casi todo y abocado a grandes reformas que, como reconoce Jesús Caldera, necesitan dos legislaturas para ser efectuadas. Al otro, un partido gobernante satisfecho de su labor que no quiere cambiar nada sustancial. Se rechazan expresamente dos reformas: la constitucional y la económica que, según todos los indicios, seguirá siendo inspirada (y quizá ejecutada) por quien lo hizo desde 1.996: Rodrigo Rato. Aventuras, las menos. Los experimentos, con gaseosa. Y además, nada de grandes ambiciones. Hablemos un lenguaje sencillo y próximo, que la gente entienda: empleo, pensiones, ayuda a la familia, protección a los más débiles. El éxito está en la normalidad. Lo que conduce a la prosperidad económica personal y del país es la estabilidad política. La incertidumbre es sinónimo de incógnitas. En la incógnita nadie invierte. Si no se invierte, viene la ruina. Así viene el mensaje del poder, como era de esperar. Mariano Rajoy quizá sintió en algún momento la humana tentación de tratar de inventar algo distinto, no lo sé. Pero, ¿qué sentido tendría? Desde el punto de vista de la lealtad personal a Aznar, no lo podría hacer. Su discurso de gratitud al presidente el pasado sábado ha sido el primer indicio. Desde la perspectiva de la estrategia política, resultaba arriesgado. Y desde la óptica de la coherencia, es evidente que quien ha sido ministro de cinco departamentos y vicepresidente primero tiene un grado de autoría y responsabilidad del que no puede prescindir. La única incógnita que nos queda es saber qué «soluciones nuevas» se aportarán a los «problemas viejos». Pero anotemos que, al menos ayer, no se habló de reformas. Y es que el partido «de centro reformista» de que tanto se habló estos últimos años está dejando paso a un partido nítidamente conservador. Entiéndase por «conservador» el que tiene algo que conservar. Y el que invita a la gente a conservar lo que tiene.

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