Haberlo dicho antes

PARA UNA vez que al secretario general del PSOE, señor Zapatero, se le ocurre una idea razonable la gente lo toma por loco. Ha dicho con democrático sentido común lo siguiente: «no voy a gobernar si otros me ganan en votos». Esta aseveración encierra una verdad de Perogrullo y otra a medias, esta última especialmente de agradecer en el supuesto de que cumpla su palabra de honor de cazurro. La perogrullada es que, si Rajoy saca mayoría absoluta en las próximas elecciones, no le queda más remedio que seguir sentado en la oposición otros cuatro años y un día (si Bono no le mueve el banquillo). Y, en cuanto a lo segundo, parece significar que, si Rajoy la gana por la mínima, no piensa pactar con los comunistas de IU ni con los nacionalistas del PNV o los del catalán Carod-Rovira para desbancar al gallego y sentarse él mismo en La Moncloa. Modales tan exquisitos no se veían desde Versalles. «Luego vino la guillotina», avisan desde el PP tentándose la corbata justo donde hace nudo, en lo cual tampoco les falta razón. Han rodado demasiadas cabezas que encabezaban la lista más votada, y valga la redundancia, en Cantabria, Madrid (por poco), Baleares (la otra legislatura) o Galicia (cuando el olvidado tránsfuga Barreiro) como para fiarse a estas alturas de los chicos finos. Ciertamente huele a chamusquina el compromiso de Zapatero, que traducido al lenguaje de la calle viene a significar algo así como «no se pueden sumar votos churros con merinos, aunque todos sean ovejas trasquiladas cada cuatro años, de modo que haga de pastor el que tenga el mayor rebaño». Lo que pasa es que aquí mismo gobierna el Ayuntamiento de León un zagal del PSOE, dicho sea sin ánimo peyorativo porque es buena persona, Francisco Fernández, pero dicho queda, que perdió las elecciones frente al exalcalde Mario Amilivia, lo cual tampoco cuadra. En marzo se verá cómo acaba tanta controversia sobre pastos. La cosa está muy verde y uno, al que los políticos le han contagiado modales un tanto cabritos, ya no cree, con la helada que esta cayendo, ni en la primavera. Menos en el buen pastor Zapatero.