Burning love

A PESAR de la mala fama que goza entre el pueblo llano, no cabe duda de que la muerte también hace algo agradable: viudas. Eso es lo que deben de pensar los doce bomberos neoyorkinos que han abandonado a sus familias para formar nuevas parejas con las mujeres de sus compañeros muertos en los atentados del 11-S. Naturalmente, las esposas repudiadas están que trinan ante semejante Burning Love que ha convertido a sus antiguos maridos en auténticos colegiales, perdiendo hasta las mangueras en tan devastador cataclismo emocional. Ese peligroso conspirador que llamamos destino ha unido de forma tan poco ortodoxa a los supervivientes de la barbarie, decididos a seguir adelante con la filosofía de que cuando todo va mal, el amor va bien. No es el único caso de pasión ardiente, título de aquella cancioncilla que aludía a los envites sentimentales entre hombre y mujer, pues el equipo nacional chino de tenis de mesa ha expulsado a cuatro de sus componentes por enamorarse unos de otros, tejiendo una mágica tela de araña que, según el seleccionador, «afectaba al juego y al entrenamiento diario». Es posible que Cai Zhenhua, máximo responsable de la cuadrilla, se haya pasado en su celo inquisitorial, pero lo cierto es que los represaliados tenían el cerebro hecho un polvorín a causa de sus innobles apetitos carnales. Y para completar esta caliente panorámica, el presidente de la FIFA, Sep Blatter, ha declarado que le gustaría ver a las mujeres futbolistas con pantaloncitos más ajustados, como forma de realzar sus encantos naturales. La portera de la selección inglesa, de quien se rumorea que en cierta ocasión maceró a puñetazos a Mike Tyson, le ha respondido con el calificativo de «machista» y preguntando a Blatter eso de «¿adónde vas, Nicolás?».