Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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DON FRANCISCO Álvarez Cascos ha anunciado que no concurrirá a las elecciones «para seguir los pasos de Aznar», pero se sospecha que lo hace para no estorbar la marcha de Rajoy. También ha pedido respeto para su vida privada, pero sabemos por Juan de Mairena que para un hombre público no quedar bien en público es tan malo como puede ser, para una mujer pública, no quedar bien en privado. Y la verdad es que el ministro de Fomento lo que más ha fomentado son las críticas. No sé si con razón, se le atribuye un carácter despótico, pero bastante más graves pueden ser otras calumnias completamente ciertas, como su afán exhibicionista, puesto de relieve en la que por ahora es su última boda. Lo del «Prestige» no pudo destruir su crédito, porque ya no lo tenía, pero lo del AVE Madrid-Lérida lo dejó todo claro, en opinión de los votantes. Ahí vamos. Al derecho de los ciudadanos a opinar sobre la capacidad y la conducta de quienes ostentan el poder. El mundo debe ser «un anexo de la ejemplaridad» y el respeto hay que merecerlo. El derecho a la intimidad es sagrado, pero no debe anular el concepto de honor y quizá tengamos también derecho nosotros a formarnos un juicio sobre la vida de alguien que influye en las nuestras. No hablo de cuestiones morales, pero sí también de ellas. A todos nos importa el «qué dirán». Por lo menos no conozco a nadie que se sienta complacido si la gente cree que, en vez de ganarse la vida honradamente con su trabajo, se dedica a vender pastillas de éxtasis en las puertas de las discotecas. Claro que debe importarnos la opinión de los demás, entre otras cosas porque vivir es convivir. Puede que a Robinson Crusoe le trajera sin cuidado, pero no a las personas normales. Por eso resulta extraño que Álvarez Cascos proclame que a partir de ahora sólo busca el reconocimiento de los suyos. ¿No tenemos derecho a saber cuánto dinero nuestro se gastó en comprar otras de arte en una galería cuya propietaria es, casualmente, su nueva compañera? Lo cierto es que hay personas más respetables que otras.

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