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León

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UNA BOLA de nieve rodó por la pradera al amanecer. Las primeras nieves del año que cayeron en la ciudad eran finas como el polvo y el aire y el sol se la llevó en un santiamén, aunque permanecen algunos restos de este mágico blanco en los rincones más umbríos. Hay algo en la nieve que atrae las manos y los pies hacia ella. El ser urbano no ha podido librarse por completo del instintivo imán que esta parte de la naturaleza ejerce aún sobre las voluntades dominadas por las estrategias de consumo. Una bola de nieve en medio de este invierno de bolas políticas, bolas bancarias y políticos en bolas es un auténtico premio. Es un privilegio tocar algo auténtico con las manos, amasarlo y destruirlo si se te antoja para volver a hacer otro ovillo helado que te pueda llevar a la infancia. A la edad de la inocencia. Maldita consciencia. La nieve se derritió. Llegaron lunes y martes y miércoles y jueves. El mismo run-run. Villaquilambre sin gobierno, sin políticos decentes, con políticos sin cintura para luchar contra el adversario. El PSOE hace preso y mártir a su cabeza de lista para seguir su agenda en León. La UPL no sabe donde se ha metido y quiere salvar ahora el sillón. El PP está al acecho, recurso en ristre. La ciudadanía, abandonada. El pacto PSOE-UPL da la vuelta a la tortilla en la caja,como era de esperar desde seis más dos son ocho y uno (UGT) nueve y uno más (Victorino González, el candidato). Diez. Quien tiene la mayoría manda y quien hace de llave manda mucho más. Y la UPL manda mucho más. Ya lo creo. Eso es lo que deberían declarar los señores políticos (Villalba and company) en lugar de cantar las monsergas de siempre. Y que confiesen también lo que se cuece de verdad en los pulcros sillones de banqueros de ocasión que ocupan. A quien defienden de verdad con cada uno de sus votos y decisiones. Hace falta que nieve mucho para limpiar este sucio invierno de lodo y mentiras.