TRIBUNA
Bandera de León, la polémica
CUALQUIER historiador que haya estudiado la historia de León, desde el viejo reino hasta las reformas administrativas contemporáneas, conoce que la bandera o pendón de León, al igual que otras herencias socioculturales y administrativas, forma parte del patrimonio histórico de todos los leoneses, independientemente de que cada uno se identifique o no con ella. Ello no es óbice para que pidamos cierto nivel de respeto y consideración para nuestras señas de identidad histórica, identidad que ni va en contra de nadie, ni es mejor que la de nadie. Desde mi humilde posición de docente e investigador de la historia moderna leonesa he asistido perplejo y en cierto modo apenado al desenlace de lo que empezó siendo una normal petición de un grupo de representantes de los alumnos en el consejo de gobierno de nuestra universidad. Por los cauces legales y representando a no pocos leoneses y miembros independientes de la comunidad universitaria, estos estudiantes tildados de leonesistas parece ser que cometieron la osadía de solicitar que la bandera de León acompañase al resto de las banderas institucionales. Incluso varios profesores, especialmente vinculados al Departamento de Historia, firmamos una escueta petición a nuestros rector para que accediese a tal petición en aras a lo que los historiadores entendemos representan dicha enseña y lejos de cualquier posicionamiento partidista, sino dese el máximo respeto a la institución y a sus órganos de gobierno. Pero, la sobredimensión de algo que era simple y sencillo si se hubiese abordado desde la normalidad académica e histórica y no desde la vinculación y confucionismo político o partidista, pronto fue aprovechado amén de las opiniones personales razonadas y respetables por las fuerzas políticas en plena disputa por los poderes locales y por el voto del sentimiento leonés. Pero ¿por qué esta politización y ese total olvido por parte de los articulistas del carácter histórico y patrimonial de nuestra bandera y su insistencia en centrar todo en la dirección y protagonismo de un partido político determinado? Aquí está el quid de la cuestión, máxime cuando la encuesta de este periódico demostraba que los leoneses manifestaban mayoritariamente su opinión a la propuesta de los representantes de los alumnos. Se consolidaba así, a nuestro entender, un proceso que se había iniciado en el propio seno de la Universidad y había sido aprovechado por todos aquellos que desde su propia ideología política y sectarismo rechazan a todo aquello que no sea izquierda o derecha, PSOE o PP. Por otro lado, con frecuencia no sólo se confunden términos como el de leonesismo, vinculándolo a la simple dimensión política, y desconociendo que muchos leoneses situados ideológicamente tanto en la teórica izquierda, como en la derecha, son leonesistas y que conceyu Xoven es una organización juvenil leonesista independiente, dado que muchos de sus miembros y simpatizantes no están afiliados a partido político alguno. El derecho de que entrasen en el debate todo tipo de personas y posiciones viene a demostrar que el tema era más importante de lo que se podía suponer, lo que hizo que pronto las instituciones locales y provinciales, es decir los partidos políticos que las controlan, salieran a la palestra. Como el leonesismo es un fenómeno social creciente, especialmente entre los jóvenes leoneses que ven lo que están haciendo con su tierra y se preocupan por su futuro, los partidos políticos sin otro interés que la búsqueda del voto que garantice su poder y sus sueldos se manifestaron como defensores del leonesismo y de la bandera leonesa, aunque a la postre sólo algunos acertada o desacertadamente demostraron que sentían verdadera preocupación por el tema. En esta tesitura y desde mi humilde opinión y posición pienso que el Consejo de Gobierno de la ULE cometió el error de no dejarse aconsejar por historiadores (ver opiniones de algunos insignes participantes en el Congreso de la F. Sánchez Albornoz) y de creer que la sombra de un partido político estaba detrás de tal petición. Se equivoca, a mi entender, nuestro rector y su equipo al confundir la bandera del Reino de León, patrimonio y legado histórico de todos los leoneses, con una mera enseña provincial o local, pues deben de saber que hasta las reformas administrativas contemporáneas el Reino de León tuvo sus propios símbolos, su propia identidad administrativa y jurídica, sus fronteras y los vecinos de Toreno, de Bembibre, de La Bañeza o de Armunia, etc., como demuestra la documentación histórica, se identificaban como miembros del Reino de León. No creo que con estos antecedentes la bandera leonesa se pueda comparar a la bandera de una ciudad o provincia creada en el siglo XX. Otra cosa muy distintas son las recientes manifestaciones de todo un presidente del Consejo Comarcal de El Bierzo, institución tan respetable como inútil que, por no tener, no tiene Historia a la hora de opinar sobre la bandera del Reino de León y en un claro intento de rentabilizar políticamente determinadas posturas que buscan más la animadversión y el radicalismo absurdo que el entendimiento a partir de un pasado y unas señas de identidad comunes. Todo parece justificado bajo el sueldo anual de doce millones de las antiguas pesetas. Dicho esto y desde el respeto de los que honestamente discrepan de estas posiciones, no así de los que actúan de mala fe y se declaran interesadamente antileonesistas, lo que culminó mi pesar fue el punto al que se llegó en el campo de ataques personales pues creo que tanto la institución académica universitaria, como la persona que la ostenta, tiene derecho a que se le respete su trayectoria profesional y sus desvelos sinceros por hacer grande a nuestra universidad, máxime cuando universidad y sociedad leonesa se necesitan mutuamente y cada una cumple un importante papel. Quiero creer que el problema estaba en que esos enfrentamientos personales que hicieron desde dos campos totalmente diferentes en los que ni las reglas, ni los conceptos, ni las formas de ataque tienen la misma validez, pues en modo alguno se pueden trasladar las formas y actitudes políticas a una institución académica. Una cosa son las formas y descalificaciones en la arena o debate político y otra en el campo académico y profesional. Dicho esto, creo que por fin se ha impuesto la cordura y el entendimiento en algo que nunca tuvo porqué ocurrir, por eso me congratulo públicamente, como leonés participante en el debate y miembro, a su vez, de la comunidad universitaria, de las informaciones de la prensa que me dicen que Universidad y Ayuntamiento han llegado a un acuerdo. Como no podía ser de otra forma, ni vencedores, ni vencidos, y así los que realmente han ganado han sido los leoneses y sus viejas e históricas comarcas que van a tener presencia simbólica en el Campus de Vegazana. La Universidad de León se lo debía pues el ahorro de los leoneses y la voluntad de don Emilio Hurtado, de grata memoria, hicieron posible la realidad presente. Hoy más que nunca se hace necesaria la estrecha vinculación entre universidad y sociedad.