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ES PATENTE el distanciamiento que Rodríguez Zapatero está imponiendo respecto de IU: claramente, ni quiere compartir de nuevo pancartas con Llamazares ni va a facilitar al PP que hable, como en la campaña para las elecciones municipales, de una «coalición social-comunista». No, no hay acuerdos secretos entre ambos líderes de la izquierda, te dicen por todos lados. Zapatero y Llamazares están más distanciados que nunca, y el secretario general del PSOE sabe perfectamente que tiene que insistir en el llamamiento al voto útil para arrebatar el mayor número posible de papeletas a IU. De ahí su solemne declaración el pasado domingo en el sentido de que solamente formará gobierno si es el partido más votado. Sólo entonces, y en según qué condiciones, propiciaría un acercamiento a IU y a otras formaciones en busca de un pacto de cualquier clase que le llevase a La Moncloa. Claro que todo ello tiene irritada a IU. Llamazares sabe perfectamente que, sin su formación, resultaría muy difícil al PSOE llegar al Gobierno, dado que, hoy por hoy -y faltan menos de siete semanas para los comicios-, los sondeos no indican precisamente que los socialistas pudiesen llegar a obtener la mayoría absoluta. Y, conocedor de que, en caso de que los socialistas le necesiten, su apoyo valdría al menos tanto como el que Carod Rovira ha prestado a Pasqual Maragall en Cataluña, pisa el acelerador de las críticas en defensa, legítimamente, de su propio programa de izquierda. Se ofrece así al electorado una imagen de desunión actual y forzado pacto futuro en el caso de que efectivamente el PSOE obtuviese mayor votación que el Partido Popular. Una imagen que gusta poco al electorado, siempre timorato ante los cambios y ante los mensajes poco nítidos. Ello viene a añadir una dificultad suplementaria a la victoria de la alternativa de izquierda, o de centro izquierda, frente a la actualmente gobernante derecha, o centro derecha. Por ello mismo, forzoso es reconocer que la toma de postura de Zapatero, negándose a formar gobierno a cualquier precio, es realmente valiente y, además, contra lo que ha ocurrido en algunas autonomías y municipios, ética. Que no estoy seguro de que sean activos que se coticen demasiado en la política occidental hoy en día.

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