Diario de León

DESDE LA CORTE

La fabricación de un monstruo

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FERNANDO ONEGA
León

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MARIANO Rajoy presentó ayer una parte de su programa sanitario. Fue en Zaragoza, y escuché su noticia por la radio. ¡Dios, cómo sonaba! Le oía hablar de salud buco-dental, un serio problema para cientos de miles de ciudadanos, y parecía algo irreal, impropio de este tiempo. Lo comenté con compañeros de oficio, y uno me dijo: «sí, parecía de risa». ¿Cómo puede ser, si Rajoy habla con rigor, si está tratando una importante cuestión sanitaria? Es que todos estamos en otra cosa. En otra persona. En otro conflicto. Estamos en Carod-Rovira. Quede esta anotación como percepción personal del ambiente político que se vive en Madrid. Un solo hombre, un solo gesto, una tropelía, ha conseguido romper la agenda, el ritmo y el contenido de una campaña donde se juega el gobierno de los próximos cuatro años de España. Y atención a los indicios: el que podríamos llamar «entorno Carod» está manejando la orientación del debate. En 48 horas lo han hecho pasar de una actitud vergonzante, casi delictiva, del todavía conseller a una actitud sospechosa de los servicios de seguridad del Estado. El juego de querellas, sospechas y acusaciones que se están lanzando está a punto de conseguir que el problema no sea Carod-Rovira, sino el CNI y las intenciones del Partido Popular. ¿Les parece lógico? A mí no. Por tanto, la conclusión es que algo se hizo o se está haciendo mal. Hay una crisis política muy grave, y se está administrando sin otra iniciativa que la de haber filtrado la información a un diario. No se supieron prever las consecuencias. No hubo una estrategia de continuidad. No se buscó la complicidad de nadie. Se encomendó todo al albur de la opinión. No parece normal, por ejemplo, que el ministro del Interior y el presidente no hayan hablado del suceso hasta el miércoles. No parece lógico que los ministros de Defensa y el Portavoz del Gobierno se hayan pronunciado ayer, a remolque de las acusaciones que se estaban publicando, y como si se hubieran enterado de todo por la prensa. El asunto es más grave de lo que parece. La mala gestión de la crisis está haciendo que Carod-Rovira aparezca engrandecido, lo cual es un mal menor. El mal mayor es que las noticias que llegan de Cataluña dicen que ese hombre está consiguiendo unos niveles de solidaridad y simpatía que nunca pudo soñar, y que a su sombra se está incubando un clima de victimismo que sugiere los peores augurios de futuro. Se está creando un mártir que representa el diálogo, frente a un poder central que practica la censura. Está surgiendo un monstruo. Se está fabricando ante los ojos de todos.

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