CANTO RODADO
España abrasa
«RESECA historia que nos abrasa, con acercarse sólo a mirarla». En estos versos cantados por Ana Belén en la época de la transición, España era una camisa blanca y una esperanza. Hoy sigue abrasando la historia cotidiana, el día a día, apenas se echa un vistazo superficial. Pero España ya no es camisa blanca, más bien parece un trapito viejo de esos que se usan para no manchar el suelo del salón. España es una entelequia que apenas subsiste en medio de la agenda que marcan a diario no Cataluña y el País Vasco, sino un gobierno empeñado en convencer a la ciudadanía de que las dos comunidades -en las que curiosamente no tiene ningún feudo electoral- son una amenaza para España. Este discurso es rentable electoralmente en el resto del país porque explota el miedo. El miedo a perder algo. El miedo a no recibir... El miedo, sin más. Un miedo atávico. En el fondo es el mismo miedo que se pretendía explotar con aquel anuncio casi apocalíptico de Tamayo y cía -el clásico ¡Qué vienen los comunistas!- cuando la alianza PSOE-IU iba a cambiar de rumbo político la comunidad de Madrid. El miedo sigue en auge. Salta en plena precampaña, en el momento oportuno, para salpicar de nuevo con el fango sangriento del terrorismo. Lo que sucede es que, como reconoce hasta Peces-Barba, a Zapatero le crecen los enanos y esta vez el enano tiene el nombre de Carod-Rovira. Su error, osadía o ingenuidad le ha costado el puesto en la Generalitat. Lo que no se sabe es si el ABC tiene mejores servicios de información que el Centro Nacional de Inteligencia -el Gobierno jura y perjura que no sabe nada- o la agencia española de espionaje tuvo conocimiento de lo ocurrido e hizo como si la cosa no fuera con ella. Lo cierto es que en ninguno de los dos supuestos sale bien parado el servicio público y que hay muchas interrogantes sobre esa idea de España que aleja cada vez más a los españoles.