Causas y causantes

A MENUDO nos lamentamos de la cantidad de víctimas que se cobran las carreteras. Curiosamente el pasado fin de semana fue casi de récord. No me extraña. Viajé a Madrid y pude comprobar que la gran mayoría de los automovilistas habían decidido quedarse en casa. La cuesta de enero también se nota en la carretera. Y si sirve para que haya menos muertos y heridos, bienvenida sea. Tengo un amigo que se lamenta con frecuencia de que en España no se utilicen las estadísticas (las buenas) para estos casos. Se sorprende de que, como mucho una vez al año alguien diga que en tal carretera hay tantos puntos negros. Pero no entiende que esa información contrastada por numerosas víctimas, no sirva de mucho a la hora de las campañas para erradicar los accidentes, que hacen que cada fin de semana ¡y no digamos cada puente! las carreteras sean más peligrosas que una trinchera en primera línea de fuego. Está comprobado que no hay epidemia, ni infarto, ni cáncer que se cobre tantas víctimas al año, muchas de ellas inocentes, que se encontraron mezcladas en un suceso que no propiciaron ni buscaron. Pero lo que más le molesta a mi amigo es que de las pocas veces que se habla de las causas de los siniestros, casi nunca se mencionan las ajenas al conductor y al vehículo y propias de una deficiente vía o de un mantenimiento negligente (planchas de agua, mala o nula señalización, pintura que desaparece con la lluvia, señalización horizontal inexistente ...). Parece que ninguno queramos aceptar nuestra responsabilidad. Los conductores, de que vamos más deprisa de lo permitido y los que deben velar por la seguridad, de que no se esfuerzan lo necesario para evitar que una pequeña deficiencia pueda causar un terrible accidente. Debemos disculpar las adversas condiciones climatológicas, pero no los mantenimientos deficientes, no debemos permitir que siga habiendo víctimas inocentes por negligencias de despacho.