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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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QUE PUEDE ser de tres o llegar a seis o siete con los pactos poselectorales. Perdone el señor obispo la irreverencia, pero oyendo por la radio y la tele los diarios sermones de esta campaña uno no puede menos que retrotraerse a los antiguos tiempos del internado en colegios de curas, donde se enseñaba, por una parte, que el Ser Supremo eran tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y un solo Dios verdadero, y, por otra las lecciones del profesor de matemáticas, según el cual uno más uno más uno suman tres. A ver en qué quedamos. Aplicado esto ahora a la situación actual del PSOE, que no es precisamente divina, resulta que, según Zapatero es un único e indiviso partido donde reinan él mismo, Maragall, el manchego Bono, el extremeño Ibarra y Felipe González, que los creó a todos y al séptimo lustro, más o menos, descansó, de acuerdo con la biblia socialista. En la derecha este tipo de homilías podrían colar, pero es difícil que la izquierda aconfesional contradiga a nuestros entrañables profesores de matemáticas cuando nos enseñaban, sin vuelta de hoja, que dos y dos son cuatro: Zapatero, Maragall, cualquier otro del PSOE y Carod Rovira, que puede ser todo menos un angelico. Convendría que se aclarara este misterio antes de las elecciones del 14 de marzo, porque hacerlo dogma de fé ya no vale a estas alturas del siglo XXI, impiedades aparte. Lo que diga el señor obispo allá él, pero abandonado el oficio de monaguillo -tanto en el seminario como en el PSOE- a muchos nos sigue sin cuadrar lo de «el que manda es uno y trino». Ni siquiera cuando oíamos misa por la radio y al ciego por la calle pregonando el antiguo cupón de «tengo los cuarenta iguales para hoy», lo cual era, matemáticamente, como mínimo diez y pico de veces más verosímil. En León, que es el pueblo de Zapatero a mayor abundamiento, soplan dos espíturus non santos, a saber los del secretario provincial, Miguel Martínez, y los del regional, Angel Villalba, cada uno de los cuales habla lenguas distintas, por ejemplo en la crisis del Ayuntamiento de Villaquilambre. Aquí nos guíamos por la cuenta de la vieja. Y tampoco dos son uno.

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