Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Maldito engaño

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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TENEMOS un portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, que miente. Y no es la primera vez. A un presidente del Gobierno, José María Aznar, que también es mentiroso. A un ministro de Defensa, Federico Trillo, que además de mentiroso está permanentemente en «offside». Y a una ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, que se ha creído las mentiras de sus compañeros y ha actuado como una muñeca chochona de porcelana. El Gobierno se ha atrincherado y jura que Aznar nunca dijo que Irak tenía armas bacteriológicas y de destrucción masiva. La hemeroteca los ha dejado en la más absoluta desnudez argumental. Les memoriza fechas y frases textuales. Incontestable. De los tres tenores de las Azores, dos (George W. Bush y Tony Balir) han aceptado una comisión de investigación. El español, no. José María Aznar representa al genuino obstinado, obligando a todo su Gobierno a que marque el mismo paso. El ministro de Defensa, confirmando las versiones sibilinas de Zaplana, ha dicho: «La Central Nacional de Inteligencia (CNI) ni tiene ni ha tenido informes propios». El parlamentario de IU, Felipe Alcaraz, desmintió ayer con energía a los ministros y al Gobierno. Rotundizó que había leído el informe del CNI, en el que se afirmaba que no había armas químicas ni de destrucción masiva en Irak. O sea: tanto Aznar, como Zaplana y Trillo mintieron. También ejercieron de cómplices Rajoy --»todo el mundo, salvo el PSOE, sabe que Irak tiene armas de destrucción masiva»--, Rato, Arenas y compañía. No fueron a la guerra equivocados. Metieron a España en la guerra de Irak engañando a la población. A la misma riada humana que llenó calles y plazas de nuestro país en protesta por la que entendían como guerra ilegal, ilegítima e inmoral. Ahora tienen derecho a saber, sin ninguna arista de sombras, la uténtica verdad. Es utópico pedirla. No responderán, pero la hemeroteca ya nos la ha servido en bandeja de plata. El Gobierno, en el que hay que incluir necesariamente al candidato popular a La Moncloa, Mariano Rajoy, a la sazón vicepresidente entonces, quiere dar carpetazo al asunto. Amparado en la mayoría absolouta no dará cuenta de nada, pero no podrá evitar que se exijan responsabilidades por mentir. La guerra de Irak es como una mentira compulsiva y continuada. Un gran engaño que perseguirá a José Mª Aznar hasta el fin de sus días políticos, lo mimo que a sus acólitos y a todo el arco azul que dijo amén en el Parlamento. Una guera no es comparable con actuaciones asquerosas y puntuales, como la condena al corregidor de Toques por acoso sexual a una menor, o la del edil de Orihuela, también con el pink de la gaviota en la solapa. Los dos se han subido a las barbas orgánicas del PP y se niegan a dimitir. No, no; una guerra es otra cosa: agoniza la vida, se matan ilusiones y esperanzas, denigra a quienes la avalan. La sufre toda la comunidad internacional. Y nuestro país ya la ha sufrido con más de una docena de cadáveres y otro jefe de la guardia civil en coma irreversible que tendrá, hoy o mañana, titular en primera página. Maldita guerra y maldito engaño.

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