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Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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NADIE DISCUTE la progresiva dependencia política y económica de España de las decisiones que se adopten en el seno de la Unión Europea. En estos momentos se están debatiendo en Bruselas cambios que afectarán de forma determinante al futuro de nuestra provincia en particular y al país en general y, sin embargo, los políticos parecen ajenos a esta realidad. Uno tiene la impresión de asistir a debates estériles sobre lo accesorio, de forma que se oculta deliberadamente lo sustancial. Ejemplo. El próximo martes la Comisión Europea (que viene a ser el gobierno de la UE) presentará el proyecto de presupuestos para seis años, desde el 1 de enero del 2007 al 31 de diciembre de 2013. No es poco tiempo. Hablamos de las bases de la economía española para alcanzar el primer cuarto del siglo XXI. Y las perspectivas apuntan a que perderemos los fondos que en las dos últimas décadas sembraron nuestras carreteras de letreros azules, mejoraron las ciudades al cobijo de planes como el Urban en León, o han sostenido las rentas agrarias. En defintiva, vayamos diciendo adiós a los fondos de cohesión y a los fondos estructurales, a las ayudas para la agricultura como hasta ahora se han concebido y a los programas de desarrollo cultural en las dimensiones actuales. El motivo fundamental es conocido: Ingresan doce nuevos países en el hasta ahora Club de los Quince. Todos estos países son más pobres que los actualmente asociados y, por lo tanto, se llevarán la mayoría de los recursos económicos. Los fondos estructurales son aquellos que se otorgan a las regiones cuya renta no alcanza las tres cuartas partes de la media de la UE. Una de las regiones beneficiadas por esta medida ha sido la comunidad de Castilla y León, en la que más de la mitad de la inversión en infraestructuras que se están realizando actualmente se paga con fondos europeos. Una de cada cinco pesetas del presupuesto anual de la Comunidad Autónoma procede de Bruselas. A partir del año 2007 esas ayudas se van a reducir drásticamente, incluso podrían llegar a desaparecer si se cumple el pronóstico realizado por los técnicos europeos ante un grupo de periodistas de Castilla y León desplazados a Bruselas esta semana. Existen dos formas de que Castilla y León supere el límite del 75 por ciento de la renta media. Porque ya ha sido superada debido al crecimiento económico registrado en los últimos años, o bien porque con la ampliación de la UE los nuevos países, todos más pobres, rebajarán la media aritmética en la contabilización de la riqueza. Este último caso se denomina efecto estadístico: es decir, no se es más rico, pero sí que uno se sitúa en un nivel de riqueza superior al estar rodeado de más pobres. La diferencia es sumamente importante. Si Castilla y León queda fuera por el efecto estadístico, podrá beneficiarse de un programa especial de ayudas, de carácter transitorio y decreciente, que llegaría hasta el cincuenta por ciento de las aportaciones actuales al final del período presupuestario. Si se entiende que el listón de riqueza es superado por méritos propios, no habrá ayudas. El exconsejero de la Junta y actualmente director de la Oficina de la UE en España, José Luis Valvé, asegura que en esta última situación se encuentra Castilla y León. Por el contrario, el secretario general del Grupo Operativo del Futuro de la UE, José Candela Castillo, afirma que en el proyecto de la Comisión nuestra comunidad autónoma figura como «rica» por el efecto estadístico. Ojalá en este caso se equivoque Valvé, aunque ciertamente no cabe albergar muchas esperanzas al respecto, porque en reiteradas ocasiones Isabel Carrasco advirtió que la Comunidad había superado el límite del 75 por ciento holgadamente. Los fondos de cohesión tienen un fin similar a los estructurales, pero el reparto es por países y no por regiones. En este sentido, hasta ahora han sido acreedores a estas ayudas aquellos países con una renta media inferior en diez puntos a la renta europea. Pues bien, la estadística asegura que esa barrera ha sido sobrepasada por España, con un nivel del 92 por ciento. Consecuentemente, se perderán también estas ayudas. Las subvenciones al campo no ofrecen mejores perspectivas. Es preciso tener en cuenta que las ayudas de la PAC equivalen actualmente a más de un 60 por ciento del Valor Añadido Bruto del sector agrario de Castilla y León, lo que supone que cada empleo agrario recibe una media de 10.800 euros, cerca de dos millones de pesetas. Pues bien, la incorporación de nuevos países a la UE supondrá pasar de cuatro millones de agricultores a siete millones. Las ayudas no aumentarán en la misma proporción, sino que incluso la cantidad global será inferior. Esta es una cuestión asumida por los diferentes gobiernos, incluido el de España. El debate se centrará únicamente en el cómo y dónde de la distribución. Ya hay algunas pistas. No habrá dinero para el azúcar, porque no es un producto competitivo y porque, además, la UE ha adquirido el compromiso de importarlo de medio centenar de países africanos, dentro de un programa de ayuda al desarrollo del Tercer Mundo. Se está dando la paradoja de que ese azúcar llega a Europa y es subvencionado para su exportación posterior, en dura competencia, además, con grandes productores, como Brasil. Antes del verano se propondrá la reforma y las negociaciones se aventuran muy difíciles El próximo mes de agosto los diferentes estados han de comunicar a la Comisión Europea cómo piensan aplicar el nuevo sistema de ayudas. Pero al margen de la concreción del montante de las ayudas, lo más importante es que el sistema cambiará de forma radical. Hasta ahora se han venido otorgando ayudas al producción. A partir de la reforma, las ayudas estarán ligadas a otros conceptos, como el medio ambiente, la calidad de los productos, la comercialización, la tansformación industrial, etcétera. El agricultor tendrá que cambiar su concepción anterior y esto producirá traumas. Será difícil superar la instaurada cultura de la subvención, pero está claro que llega a su fin. Ahora se impone competir. Ultimamente se está hablando mucho de la Constitución Europea, de la Carta Magna. España ha buscado apoyo en los países más pobres, como Polonia, porque de otra forma se corre el riesgo de ver disminuida nuestra potencial presencia en los órganos de decisión. Y eso mientras Tony Blair le pone los cuernos a José María Aznar. Después de estar juntos en la guerra de Irak, resulta que el Reino Unido está fraguando un frente común con alemanes y franceses (de quienes ambos nos distanciamos por el conflicto bélico). El próximo día 18 de febrero los cancilleres de Inglaterra, Alemania y Francia mantendrán un encuentro para fortalecer un frente común. Aznar y Berlosconi han pedido asistir al encuentro,. De momento, a ambos les han respondido con la puerta en las narices. En definitiva, Europa requiere nuestra atención porque nos estamos jugando mucho allí, más de lo que nos cuentan los políticos, enfrascados en trifulcas familiares que buscan el voto a corto plazo y no la solución de los problemas a medio y largo. Y todo eso, en medio de fuertes tensiones por alcanzar cuotas de representación que sin duda también condicionarán el futuro.