El blindaje

ESPAÑA va a limitar la entrada de trabajadores, ya que se piensa que con los que hay son suficientes. ¿Para qué más personas que arrimen el hombro, si todavía no ha llegado la Semana Santa? Con los trabajadores que tenemos, incluidos los que están en el paro, nos bastan y nos sobran. No hace falta que importemos sudor. Aunque nos vista «una blusa silenciosa y dorada», su olor no es agradable. Aquí ya somos bastantes. La Unión Europea teme una avalancha de inmigrantes tras la ampliación y ha decidido poner freno y marcha atrás a la gente que proviene del Este. Se quiere evitar «el efecto llamada», audible a muchos kilómetros. ¿Por qué vienen, si no les ha llamado nadie? La verdad es que, más que el oído, tienen el estómago avizor y piensan que aquí pueden tener la oportunidad de comer un par de veces al día. La mayoría de los países miembros de la Unión Europea se está blindando por temor a una masiva llegada de mano de obra barata, originaria de los países de la ampliación. Para demostrar que el egoísmo humano es ecuménico, está sucediendo lo mismo en otros sitios: en Francia y en Italia también se han impuesto restricciones muy severas. Los extranjeros que deseen venir a trabajar a España tendrán que demostrar sus méritos y el primero es resignarse a no cobrar lo mismo que los nativos. Después vienen otros, no menos importantes, entre los que figura una especial resistencia a las temperaturas que se alcanzan bajo esos toldos de plástico transparente que, a pesar de permitir ver el cielo, son un auténtico consulado del infierno. Hay que dejar entrar a algunos para que se encarguen de recoger la fresa y las frambuesas, no sea que las leyes de inmigración vayan a dejarnos sin postre, pero es necesario restringir la entrada, no sea que peligren los platos anteriores. En los países desarrollados no cabe todo el que quiera venir, eso está bastante claro, pero mucha gente se pregunta si cabría otra solución. Hasta el año 2006 no se les podrá dar carné de comensales a los nuevos socios.