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Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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TODAS las contradicciones de la contemporaneidad han quedado al descubierto tras el Foro Social celebrado en Bombay, un movimiento «altermundializador» que pretende denunciar la persistencia de la pobreza y la insuficiencia de las propuestas que aporta el modelo liberal dominante en nuestro corrupto y abyecto mundo. Marginados y despojados llegados a la India desde todos los rincones del orbe, la otra cara de la moneda del triunfo, lograron poner en evidencia a una sociedad en la que Sancho Panza ha ganado la batalla al idealista Don Quijote. A pesar de que todo dato es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, la Organización Mundial del Trabajo calcula que desde el comienzo del embuste globalizador en los años noventa, esa certera flecha que según sus acaudalados valedores siempre nos indica la dirección correcta, sólo en América Latina hay un 50% más de parados, un 50% más de trabajadores en la economía sumergida y el poder adquisitivo del salario mínimo se ha reducido en un 25%. Algo que resulta éticamente inaceptable y políticamente insostenible en los escenarios de nuestra ahíta colectividad neocapitalista. La Historia con mayúscula sin duda ajustará las cuentas a los dueños del nuevo y perverso orden económico, máximos responsables de que la democracia haya degenerado en tráfico de intereses privados. El desprecio simplista hacia los disidentes y «los otros» no oculta a nadie que la pobreza excluye y la riqueza aísla, gran paradoja que tiene boca abajo a tantos dirigentes políticos incapaces de hacer un inventario moral sobre la basura de la globalización y sus desastrosos efectos colaterales sobre los habitantes del peyorativamente denominado «Ter cer Mundo».