Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Por la boca muere el pez

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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VIVIMOS en una democracia en la que la presencia de los ciudadanos en el parlamento, que representa la voluntad popular, la realizamos a través de los partidos políticos. Éstos no son sólo máquinas electorales ni, como decía Gramsci, el intelectual colectivo de una clase social; son sobre todo grupos que buscan alcanzar el poder. En ese sentido, no son abstraciones, sino entes concretos, integrados por personas con sus ideas y proyectos, su preparación intelectual y sus dotes de convicción; pero sobre todo los forman hombres y mujeres con su propia y legítima ambición. Éstos se agrupan internamente grupos y camarillas que se mueven para conseguir sus objetivos; establecen alianzas coyunturales; se apoyan unas veces, otras se hacen zancadillas; hoy están arriba, mañana se van abajo; unas veces son amigos y otras enemigos, aunque siempre han de ser compañeros frente al adversario, el partido rival. En algún momento se dividen las funciones: unos en el aparato, otros en las instituciones; entonces funcionan bien; pero en esta sociedad de la imagen y el dinero, todos quieren los cargos institucionales, y ese es el problema de los partidos. Ángel Escuredo ha sido un hombre de partido y, como tal, realizó una buena faena organizando el PP en la provincia de León. Su buen hacer se tradujo en un partido cohesionado, y en las victorias sucesivas del PP en León e incluso en el Bierzo, feudo tradicional de la izquierda. Su labor se vió recompensada con su promoción al parlamento, en el que ha pasado las tres últimas legislaturas, doce años. Por razones que no vienen a cuento ahora, se enfrentó a Ismael Álvarez y a la organización del PP en Ponferrada en una pelea de larga duración. Durante años logró salir victorioso de esa lucha incruenta; colocó a Eduardo Fernández como ariete frente al alcalde y, con buenos fontaneros, como Fátima López Placer, ha gobernado el partido en el Bierzo sin grandes contratiempos. En las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el PP en el Bierzo ha sufrido un fuerte revolcón: ni Bembibre, Cacabelos o Villafranca resistieron el empuje del PSOE; sólo aguantó, y muy bien por cierto, Ponferrada. Fue la hora de pasar factura. No sólo perdió las elecciones, perdió además los papeles con dos decisiones polémicas y, al menos en el caso del Consejo Comarcal, equivocadas. Podrá echar la culpa ahora al presidente Herrera; pero era evidente, excepto para algunos ciegos, que le pasarían factura en estas próximas elecciones. No creo que haya sido su carácter reivindicativo la causa de su no promoción, cada uno justifica sus acciones como quiere o como puede. Ángel Escuredo no es un político institucional ni como tal dió nunca quebraderos de cabeza a su partido; es un hombre del aparato que, repito, hizo una buena labor y aún podría hacerla. Se equivocó antes y se equivoca ahora yéndose, pues deja a sus seguidores a los pies de los caballos. Su actitud permite hablar a Antonio Canedo y Ángel Villalba sin sonrojarse; aquel para decir que Escuredo ha quitado la máscara a un PP contrario a las reivindicaciones del Bierzo; éste para hablar de los problemas del PP en León, obviando ambos el tremendo lío que tienen montado en Villaquilambre, la Diputación o en el Consejo Comarcal. ¡Son cosas de la política y las elecciones!. Su marcha promociona a uno de sus antiguos correligionarios como secretario provincial; hoy lunes, se piensa elegir a Eduardo Fernández para ocupar el cargo que deja vacante quien en otro tiempo fue su principal apoyo y valedor en su carrera política. A simple vista todo queda en casa, en el Bierzo; pero no creo que sea así. Eduardo es un hombre más volcado en la política institucional que en los líos de partido; es bonachón y dialogante, excesivamente dialogante para un puesto que muchas veces exige dureza y decisiones drásticas. Tiene los vientos a favor de unas elecciones que, ni siquiera en León, parece que el PP pueda perder; pero también son muchos los compañeros, de uno y otro signo, que recelan de su pasado huidizo en las luchas por el poder en el Bierzo.

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