EL RINCÓN
Un viento de locura
EXISTE una vieja teoría que afirma que basta con añadirle unos cuantos cascabeles al gorro de la libertad para hacer de él el gorro de la locura. La oferta etarra de renunciar a matar en Cataluña y limitar sus asesinatos al resto de España supone un sacrificio indudable, pero crea dudas sobre la salud mental de nuestra nación. Está claro que lo que necesitamos no son más policías, sino más psiquiatras. «Están locos aquellos que parecen locos y la mitad de los que no lo parecen», decía Gracián, pero también los que lo disimulan tienen un cable pelado. Hay muchos majaras o, por lo menos, con un pire importante. Algunos atribuyen a la presencia del presidente Aznar, que sólo va al Bernabéu, el hecho de que el árbitro pitara el ya célebre penalti contra el Valencia. Otros andan enzarzados con el tema de la adopción de la pareja de lesbianas y otros se empeñan en hacer del modisto Pertegaz el hombre de moda. Si el viento de la locura se nos cuela por todas las rendijas es porque hay muchas. Resultan heridos 50 obreros y 22 agentes del orden en el conflicto de los astilleros. Cuatro ancianos mueren de indiferencia en un asilo de Jarandilla de la Vera y el general Ricardo Sánchez, comandante en las tropas de ocupación de EEUU, dice que su presencia allí «debe calcularse en años, no en meses». Lo más grave de todo, desde un punto de vista clínico, es la propuesta de los enmascarados de ETA de resignarse a no matar en Cataluña y restringir sus asesinatos al resto del país. Sin duda reducen el campo de lo posible, pero su oferta no ha sido bien recibida. Ibarretxe la ha calificado de «nauseabunda» y otros simplemente de «repugnante». Mientras, el mundo, que es tan ciego y tan sordo como se dice en el tango, continúa su marcha. Hay un muerto que está dispuesto a seguir dando la cara. Será el primer trasplante de rostro, exceptuado el de algunos políticos, que acomete la cirugía y se llevará a cabo en Francia. Tendrá que permitirlo el Comité Nacional de Ética, pero lo que no se sabe es de qué alma será espejo esa cara.