Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL DIRECTOR de la Agencia Tributaria, que de momento es uno y no diecisiete, asegura que en España estamos asistiendo a una disminución del fraude fiscal. Que Dios le oiga, aunque tenía que haber estado a la escucha desde mucho antes. En España la más clara prueba de inteligencia que puede dar un ciudadano es la de eludir sus deberes con Hacienda. Lástima que no haya igualdad de oportunidades: quienes tienen mucho dinero pueden esconderlo con facilidad, pero los que tienen muy poco no encuentran un pequeño escondrijo. Se conoce que no depende del bulto, sino de la astucia para escurrirlo. Parece que el dinero en efectivo, en crudo, que dicen los chuletas, ha crecido en España un 25 por ciento desde el euro, que ha sido la mayor cabronada de las últimas décadas, convirtiendo los veinte duros en casi doscientas pesetas. ¿Cómo es posible que ese vagabundo que todos sabemos que es el dinero vocacionalmente ande ahora con más libertad de un sitio para otro? En Alemania circula con una velocidad superior nada menos que en un 65 por ciento. Por mucho que nos expliquen que eso se debe a la economía sumergida no podemos creerlo los que pensamos que la mayor economía sumergida está representada por los que vienen en pateras. Una de mis intrigas más persistentes ha sido saber cómo sería España si no hubiera tantos golfos por kilómetro cuadrado. No podré comprobarlo nunca, como tampoco lograré comprender cómo consiguen algunos ricos oficiales que les devuelvan dinero cuando declaran sus rentas. Cada año afloran entre 65.000 y 80.000 nuevos contribuyentes, según nos dicen. Vienen a engrosar la secta numerosísima de los que tenemos controladas las ganancias. En ese club no hay escape. Por eso Hacienda somos siempre los mismos. Ni más ni menos, pero cada vez más. No es que estemos llenos de virtudes cívicas: lo que sucede es que estamos faltos de artimañas legales situadas fuera de la ley. Somos los paganos y estamos obligados a la cristiana virtud de la resignación.

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