LA VELETA
¿Qué diría Tarradellas?
LOS LECTORES de novela negra saben que tarde o temprano los cadáveres de los ahogados regresan a la superficie. El «caso Carod» es un fardo político que agobia las curvadas espaldas del secretario general del PSOE. La crisis política abierta en Cataluña se ha cerrado en falso. La felonía perpetrada deja una huella que sólo podrá borrar el olvido. Pero, para eso, para que el paso del tiempo mitigue el dolor de la afrenta sería necesario que el felón desapareciera del escenario. Pero eso, para infortunio del Partido Socialista, coaligado con ERC en el Gobierno de Cataluña, parece que no va suceder. Todo lo contrario, Carod-Rovira mantiene el desafío y quiere plebiscitar su desvarío. Parece que confía en encontrar agua del Jordán en las urnas del próximo 14 de marzo. Enfermo de imagen como está, parece que no ha comprendido -no hay peor sordo que el que no quiere oír- que sus conversaciones con la dirección de la banda terrorista -y la respuesta afirmativa de la ETA a sus pretensiones-, suponen una humillación para todos los ciudadanos de Cataluña. No hay precedentes de una actuación política tan cargada de vileza. Conociendo cómo era y qué pensaba Josep Tarradellas de los terroristas vascos, imagino lo qué habría dicho de la actuación de Carod-Rovira . Al hablar de Tarradellas no hablo de oídas. Le conocí a mediados de los setenta del pasado siglo en su exilio francés de Saint Martin y recuerdo que quien luego fue presidente de la restaurada Generalitat abominaba de la ETA y de sus turiferarios. Así nos lo dijo en la entrevista que le hicimos para Radio Barcelona que fue, por cierto, la que dio a conocer su voz a muchos catalanes que luego reconocieron en él la historia vida de una Esquerra Republicana (su partido) que poco tenía que ver con la que predica Carod. Tarradellas era un estadista. Si levantara la cabeza y viera lo que ha hecho el ex conseller en cap, no tengo la menor duda: Carod-Rovira no seguiría ni un día más en Esquerra Republicana de Cataluña. Tarradellas era un hombre de honor, nunca habría aceptado a su lado a un aventurero como Carod.