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Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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EL ALCALDE socialista de San Vicente de la Barquera ha eliminado, por decreto, la cruz de la fachada del cementerio de esa localidad, amparándose en «la libertad de culto», que recoge nuestra Constitución. Olvida que en su origen fue un cementerio católico, y que los que están allí enterrados lo son probablemente en un 99 por ciento. A uno le recuerda, en un contexto muy diferente por supuesto, la ley republicana de 4 de diciembre de 1931 por la que se secularizaban los cementerios, que tantos enfrentamientos inútiles provocó. Este alcalde iconoclasta, que ya retiró otras dos cruces de lugares públicos, deberá, en buena lógica, eliminar también los cientos de cruces que hay sobre las tumbas del propio cementerio. Y ya puestos, decretar la sustitución del propio nombre del pueblo, que lleva el de uno de los más célebres mártires cristianos hispánicos, del siglo IV, y el único incorporado a la liturgia de la iglesia universal. En Cacabelos las gentes andan alborotadas por la pretensión de un maestro de la localidad de sustituir el nombre del colegio público, llamado Virgen de la Quinta Angustia, por uno profano aún desconocido. En el Consejo Escolar, del que por cierto sólo una persona es originaria del pueblo, están divididos, como lo están en la Asociación de Padres y, por supuesto en todo el pueblo. La presidenta del APA, en defensa de su compañero, ha justificado ese cambio por ser «un nombre franquista». La advocación de la Quinta Angustia que, para los profanos, alude a uno de los siete dolores de la Virgen, tiene un origen medieval y el santuario a ella dedicada en Cacabelos, como su patrona, cumple este año tres siglos. Si la presidenta quiso decir que el nombre del colegio se lo pusieron en la época de Franco está en lo cierto; pues justamente ese colegio, como otros muchos del Bierzo y León, se levantaron en esa época. Por ejemplo, sólo en el año cincuenta y nueve, en el que se construyó el de Cacabelos, se hicieron escuelas en 48 lugares, y en el sesenta en otros 36 lugares de la provincia de León. Muchas de estas construcciones eran escuelas unitarias, pero también hubo colegios públicos, a los que en esos años y posteriores, se les pusieron nombres del santoral, del estilo de Santa Bárbara, San Antonio, San Andrés, etcétera. Y se pusieron esos nombres, de acuerdo con la legalidad vigente, por quien era competente para hacerlo: la Dirección Provincial de Educación, como ahora lo es la Consejería de Educación de la Junta. También algunos institutos, como el Virgen de la Encina, llevan nombres de Vírgenes . ¿Vamos a cambiar los nombres de todos esos centros públicos porque se hicieron en época de Fran co y llevan nombres religiosos? Puestos a la obra, como dijimos respecto al alcalde San Vicente, deberíamos empezar igualmente a sustituir los hagiotopónimos del tenor de San Juan y San Martín de Carracedo, San Vicente, Santo Tomás de las Ollas, San Lorenso, San Esteban de Valdueza, y un largo ecétera. Estos los pusieron nuestros antepasados sin consultarnos y, probablemente, pueden resultar anticonstitucionales, porque atentan a la libertad de culto. Yo creo que no se trata de anticlericalismo o laicismo, sino de memeces, propias de majaderos. Claro que hay un laicismo militante en ciertos medios de comunicación y en algunos políticos que lanzan, sin pensarlo bien, proclamas del estilo de «mas gimnasia y menos religión»; pero la mayoría de los españoles creemos cosa del pasado este primario anticlericalismo o este laicismo solapado y estéril. Lo que ocurre es que hay personas tan sectarias que no pueden entender la democracia sino como confrontación, porque eso les hace pensar, en lo anodino de sus vidas, que están vivos. Hablan de que las sociedades modernas son plurales, cierto; pero ese pluralismo lo entienden siempre de forma sesgada, porque quieren imponer, parafraseando a Habermas, sus mínimos d e justicia como si fueran máximos de felicidad, sin darse cuenta de que ellos son los que no respetan el pluralismo, que ellos son los totalitarios.

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