EL RINCÓN
Abierto a todas horas
MADRID, capital de las Españas, que por cierto cada vez son más, se encuentra con el mismo problema todos los años: refugiar a sus pobres cuando llega el frío. Si no lo hiciera podría extinguirse la cofradía y la ciudad perdería carácter. La decepción de los turistas sería tremenda si no viesen mendigos genuflexos en las esquinas de la calle Serrano ni mendigos bien educados en los atrios de las iglesias. Forman parte del paisaje urbano, pero cuando llega el invierno y llueve sobre mojado y hace un frío que pela, si no disponen de la adecuada ropa de abrigo y no están satisfactoriamente alimentados, pueden cascar. Para no tener que renovar a los menesterosos cada año, el Ayuntamiento de Madrid tiene abierto a todas horas del día y de la noche un recinto de acogida. Dicho en su neutral lenguaje burocrático «refuerza los dispositivos para atender a los sin techo». Cuando baja la temperatura debe subir la solidaridad. No es lo mismo ser un harapiento en una ciudad donde sea innecesaria la bufanda que en un sitio donde sea imprescindible. Por eso las autoridades tienen una posibilidad mayor de demostrar sus buenos sentimientos en las zonas gélidas. En la meseta española reparten mantas y en Río de Janeiro, aprovechando que es Carnaval, han repartido diez millones de preservativos. El clima es determinante en nuestra conducta. Mi inolvidable amigo Chumy Chúmez publicó una vez un dibujo donde un mendigo le decía a otro: «Lo peor del hambre es el frío». Ciertamente, cuando se ha comido en abundancia, los termómetros son más benignos, pero debemos reconocer, para tranquilizar nuestras conciencias, que no siempre los desheredados tienen que acudir a las estaciones de Metro para dormir: hay albergues donde pueden pernoctar. Ante la previsión de nevadas hay asociaciones beneméritas que se aprestan a atender a las personas sin hogar, o sea, a aquellas que o han tenido muy mala suerte o no han leído con detenimiento la Constitución, que dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna.