TRIBUNA
Efecto al cuadrado
ES CASI innecesario explicar lo que se entiende por «efecto Zapatero»: el que puede tener en los resultados electorales de esta provincia el hecho de que el candidato socialista a la presidencia del gobierno haya nacido en León. Pronto vamos a salir de dudas. En las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el efecto fue de baja intensidad y su única consecuencia visible fue el pacto vergonzante en el Ayuntamiento de León, donde los socialistas hicieron toda clase de concesiones a la UPL para poder decir que Zp había recuperado la alcaldía. Pero hay que examinar esto con detalle, ya que el efecto Zapatero ha traído consigo el que podemos llamar «efecto UPL», cuyas consecuencias estamos viendo ahora en otro ayuntamiento. En las pasadas elecciones generales del 2000, el PP «barrió», superando todos los resultados anteriores. El PSOE, por el contrario, se hundió y la UPL llegó al umbral de conseguir un diputado nacional a costa del PSOE. ¿Por qué? Porque en el Ayuntamiento de la capital existía un pacto por León, en virtud del cual el PP, en el umbral de la mayoría absoluta, pactó con UPL una serie de actuaciones políticas, entre las que sobresalían las infraestructuras, que dejaron a los socialistas descolocados, y presentaron a los leonesistas como espoleadores de los intereses de León: la gente llegó a creer que la UPL servía a León. Pero aquel pacto, basado en los intereses generales de León, se ha cambiado, a raíz de las últimas municipales, por un pacto que no tiene otro sustento que intereses personales. Por una parte, quitar del gobierno al PP, que fue, de lejos, el partido más votado, e instalar un alcalde socialista en beneficio exclusivo de Zapatero, no de León. En segundo lugar, la toma de Caja España, en beneficio de UPL. Luego parece entreverse la intención de lograr un nuevo rector de la Universidad con el apoyo sincronizado de ambos partidos -meter la política en la Universidad es malo para ella y para los partidos que lo intentan-. Y mientras tanto, solo subsiste el impulso del PP: las únicas inauguraciones son las que dejó sin acabar el gobierno municipal popular. Esta ha sido la estrategia de Zapatero no sólo en León sino en todos los sitios, para demostrar a los barones socialistas (Ibarra y Bono) que era capaz de lograr alguna cuota de poder fuera de los feudos tradicionales de ese partido. El pacto catalán se ha convertido en una bomba de relojería con el mecanismo estropeado: hay explosiones inesperadas y nadie sabe cuándo será la traca final. Estos pactos no los entiende la gente, ni en España ni por supuesto en León. Y la perplejidad llega a su máxima expresión cuando alguien quiere hacer, a la vez, una cosa y su contraria, lo cual es física y políticamente imposible. Así ha ocurrido con el ayuntamiento de Villaquilambre, cuyos últimos acontecimientos son la quintaesencia de la contradicción. En León, UPL se alía con los socialistas para quitar al PP, que fue el partido más votado y dar por terminado un gobierno de coalición que tan buenos resultados les dio. Pero en Villaquilambre, un alcalde de UPL gobierna en minoría, apoyado por el PP. Luego echa a estos concejales, porque el alcalde cree que los socialistas van a apoyarle incondicionalmente en virtud de la postura que mantienen en el Ayuntamiento de León. Así que se equivoca, plantea la cuestión de confianza y la pierde. Consecuencia: ha subordinado los intereses generales de Villaquilambre al pacto del Ayuntamiento de León. La contradicción estriba en que ahora, UPL de que no dejen gobernar a la lista más votada, cuando en la capital ha mantenido, exactamente, la actitud contraria. Y como los elementos contrarios se anulan, la crisis les ha estallado entre las manos, la gente reprocha la actitud leonesista en la capital y no entiende que ahora se rasguen las vestiduras por lo ocurrido en Villaquilambre. No cabe echar la culpa a los concejales del PP en Villaquilambre, ya que éstos obraron con coherencia, al apoyar la lista más votada. Luego fueron echados del gobierno en virtud del pacto concluido por UPL y PSOE en otro municipio distinto. En resumen, esto ha producido la disminución de la estima ciudadana por la formación leonesista, lo que puede suponerles una pesada factura en las generales. No obstante, creo que no es bueno limitarse a la descripción de una situación negativa, sino que -por el bien de León- es necesario marcar pautas de solución, que es lo que a fin de cuentas demandan los ciudadanos. Tras las elecciones del 14-M, UPL debería replantearse su estrategia y hablar con el PP. Con independencia de lo que ambas formaciones ganasen, quien de verdad ganaría sería León.