Diario de León

DESDE LA CORTE

Recursos públicos, uso privado

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FERNANDO ONEGA
León

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LA HISTORIA más divertida de estos días la ha escrito una concejala muy conocida de Madrid: Ana Botella. Fue invitada a una cuchipanda de carnaval que organizó su propio ayuntamiento en honor de la tercera edad y en forma de cocido madrileño. Reunieron a 1.400 mayores, con un gasto de 21.000 euros. Y allí, doña Ana se soltó el pelo, improvisó un mitin político y pidió con todo entusiasmo el voto para Mariano Rajoy. Se armó el lío, la gente preguntó cómo se gasta el dinero municipal en un acto de partido, y Ruiz Gallardón tuvo que mediar para sugerir que fuera el PP, y no el municipio, quien pagase la factura. Y el PP se comprometió a pagar. No están los tiempos para que se monte un follón por algo más de tres millones de pesetas de nada. ¿Será por dinero? Tres millones no se notan en los gastos electorales generales. Lo más curioso es la explicación de la señora Botella: no se dio cuenta de que estaba en un acto del ayuntamiento. Fue recibida con tantos aplausos, que pensó algo así como «éstos son de los nuestros». Y, si son de los nuestros, les hablo de lo nuestro. La creo. Ana Botella suele ser tan sincera y llana, y la explicación es tan elemental, que hay que creerla. ¿Qué le ocurre? Que hasta ahora, siempre que ha acudido a actos masivos, lo hizo como esposa del Presidente del Gobierno o como candidata en la lista de Ruiz Gallardón. Cuando tuvo que hablar, ha sido casi siempre para pedir el voto. Todavía no está hecha a la idea de que pueden existir concentraciones de ciudadanos que no son militantes del Partido Popular. Políticamente, el hecho es algo más relevante. Lo ocurrido en esa comida significa que existe tal identificación entre las instituciones y el partido político gobernante que sus propios responsables no consiguen distinguir los límites. Por lo tanto, no sólo se confunden los discursos y los escenarios, sino también las acciones y los intereses. La anécdota se ha producido en el ámbito municipal. Ha tenido un final feliz, porque la concejala ha reconocido su error y el PP ha reaccionado con inteligencia y rapidez haciéndose cargo del coste. El suceso sugiere preguntas. ¿Hubiera ocurrido lo mismo si los medios informativos no hubiesen aireado el uso partidista del almuerzo? El uso de recursos públicos a beneficio de un partido, ¿no recuerda las campañas de publicidad paralizadas por las juntas electorales? ¿Cuántos actos públicos son sufragados por organismos públicos y son actos de captación de votos? Y no siempre son errores como el de Ana Botella. Y no son sólo del PP.

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