Aznar cogió su fusil

EMPEZÁBAMOS a echar en falta al presidente Aznar en esta campaña: su pasión, su buen decir, su soltura dialéctica, su látigo de rojos y separatistas. Tanto es así, que el domingo leí en algún papel -seguramente conspiratorio-que don José María no figura en ninguno de los vídeos electorales del partido que preside, y le pregunté a la intimidad: Dios mío, ¿será que quieren pasar página? ¿Será que su tono, estilo y talante empiezas a resultar molestos para los nuevos aires de Rajoy? En medio de tanta zozobra, acudí a las fuentes y me dieron una gran tranquilidad: «sosiégate, que tendrás al Presidente en campaña». Respiré: habrá un Aznar institucional, que será noticia en el telediario por cuestiones de su cargo. Por ejemplo, con el mundo del diseño. Y habrá el Aznar que yo buscaba, mitinero y apasionado, que encontré donde menos se me había ocurrido buscar: en Tomelloso, ahora que Zapatero reivindica a Don Quijote. Quiero decir y digo que el presidente no me decepcionó. He ahí un hombre que llama a las cosas por su nombre, aunque no llegue a decirlas. ¿Que Zapatero presume del principio de «no robarás» al bajar del Sinaí? Aznar insinúa que le puede sacar Filesa y otras historias que han llenado una etapa de este país que hemos conocido como felipismo. ¿Que Zapatero dice en sus tablas de la ley «no matarás»? Don José María amenaza con sacarle el GAL. Y además, le dice al líder socialista que se busque otro empleo, porque presidente, lo que se dice presidente, no lo puede ser porque ha pactado con el padre de todos los rencores, que se llama Carod. No hubo, insisto, decepción. Hubo el Aznar que conocíamos, racionalista, radical, seguro de sus palabras, todo punzón frente al adversario. ¡Basta de paños calientes y frases biensonantes! ¡Basta de moderación! El que no está conmigo, está contra mí, y al que está contra mí, perdigón. A la cabeza. Aznar no pone el otro carrillo, si alguien le ha abofeteado. Aznar saca la dignidad y su acreditada capacidad de agresión a borbotones. Algo debe tener el poder que hace agresivos a sus titulares. Felipe González lo suele confirmar. Hay quien dice que existe un reparto de papeles entre Aznar y Rajoy. Este último pone la cara buena, la amable, la cortés, incluso la meliflua. Busca a la gente moderada. El actual presidente se dirige a la España más radical, a la derecha más intransigente. Puede ser. Pero tampoco os hagáis un problema en buscar explicaciones filosóficas al tono presidencial. José María Aznar, sencillamente, es así. Y hay muchos militantes del poder que lo quieren así.