De las nubes al suelo

LLEGAN al ridículo. A mí ya me trae sin cuidado que u na especie de fiebre delirante se ha ya apoderado del partido gobernante, en España y en Castilla y León. Sólo nos falta por constatar que el agua que hubo en estado líquido en Marte, detectada por la Nasa, era parte del PHN del PP. Me alegra que gracias a la campaña electoral los proyectos vayan adelante. Para hoy está previsto que el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, ponga otra nueva piedra en León. En esta ocasión para ampliar en casi medio kilómetro la pista del aeropuerto. Cascos hace campaña paralela para el PP. Es un megalómano. Mientras José María Aznar vocifera que los socialistas quieren liquidar a España; mientras Mariano Rajoy también ha entrado al trapo de buscar votos a costa del terror, Cascos va por libre «tirando» piedras y traviesas de lo que hay, de lo que habrá y de lo que jamás verán nuestros ojos. Como antesala de la jaima o carpa, un cartelón azul, con rúbrica del Ministerio de Fomento, de la Sepi y de Eads-Casa, anuncia el proyecto de construcción del «Centro de Fomación Aeronáutica de León». De la Escuela de Pilotos del Eurofigther, prometida por Aznar hace cuatro años, se pasará a un centro de mecánicos. De las nubes, al suelo. De 3.000 puestos de trabajo, a un centenar posible de alumnos. Y además, con muchas dudas. Tendrán que explicarnos, con pelos y señales, dónde está el plan de estudios, plazos de matrícula, condiciones, memoria del proyecto, etcétera. La respuesta puede ser de Piyayo. ¿Cómo se les ocurre abrir esas interrogaciones si todavía hay que construir el edificio?. Si la fiebre inaugural resulta majadera, todavía es más indignante que se haga a cuenta de los presupuestos generales del Estado, no del PP. O de las empresas concesionarias, que ya habrán hinchado el presupuesto contando con la afición del ministro a ser actor principal de cada película de hormigón y brea. Se me antoja suponer -letrados tiene el Estado y las empresas que dirán lo contrario- que podríamos estar ante un caso posible de malversación de fondos públicos. Nadie en la historia democrática, ni en la anterior, ha tenido más afición que Álvarez Cascos a las primeras piedras. Se va del Gobierno, pero deja sembrada España de primeras piedras. La piedra no tiene alma, aunque en su lomo se fragüe, a golpe de cincel, la leyenda de «el Excmo. Sr. y tal y tal». Estrenamos el séptimo día de campaña electoral y no hay nada nuevo bajo el sol leonés. Salvo el capítulo desvergonzado de inauguraciones, no existe choque alguno que llevarse a la boca. A nivel nacional es otra historia. Mariano Rajoy se ha contagiado del estilo bronco de Aznar y ayer replicó a uno de los «mandamientos» de Rodríguez Zapatero: «no robarás». Rajoy vino a decirle: eras diputado cuando gobernaba Felipe González, en cuyo mandato se produjo el mayor nivel de corrupción. Se lo puso a huevo a ZP, aunque no sé si sus asesores dan la talla. En los dos años de José María Aznar como presidente de Castilla y León, no menos de media docena de escándalos salpicaron a la Comunidad. Y con condenas judiciales, como en los casos de la minería, de la construcción en Burgos, de Zamora o Palencia. Batió el record.