El momento de la estopa

ABRÓCHENSE los cinturones porque, si Rajoy es sincero, esta semana nos vamos a divertir. «Ha llegado el momento, dijo, de dar mucha estopa al PSOE». Es decir, que el candidato popular, que antes había anunciado que está en campaña para difundir ideas y no para divertir a nadie, confirma su cambio de estrategia. Como en el fútbol, ha sonado un grito en el graderío del PP: «A por ellos». Quienes, como Carlos Aragonés, habían pedido «más caña», la van a tener. Mariano Rajoy es como el Real Madrid: en el primer tiempo parece un equipo desganado; en el segundo, cuando el adversario ofrece síntomas de cansancio, pone a funcionar a sus galácticos y golea, aunque sea en el descuento. La cuestión es adivinar por qué ha llegado «el momento de dar mucha estopa». Pues parece bastante elemental. Basta coger las encuestas y obtener la conclusión general: no le queda otro remedio. Con la mayoría absoluta tan ajustada, hay que apretar el acelerador para no correr riesgos en el último minuto. Con una intención de voto más simpatía que se puede volver a favor del PSOE, hay que combatir por lo menos la simpatía. Con unos entrevistados que dicen preferir a Zapatero como presidente, hay que desmontar ese mito, no sea que se convierta en factor final de propaganda incontrolada a favor del socialista. Y, cuando existe todavía un alto porcentaje de indecisos, hay que hacer una última estirada para atraerlos a la causa. Con este panorama por delante, ayer mismo parecía que la campaña se había vuelto del revés. Hemos visto a un Zapatero que seguía ofreciendo programa, mientras que Rajoy se esforzaba en descalificarlo como radical. Y me temo que ése siga siendo el camino: el socialista necesita todavía demostrar que es capaz de alumbrar y administrar un proyecto, mientras que el popular va sobrado de proyecto, pero requiere calentar a los suyos. ¿No les suena esta situación? Reproduce lo que vimos a lo largo de la última legislatura: el partido que es todavía del Gobierno (y se supone que lo seguirá siendo) se convierte en oposición de la oposición. Coge el látigo y se dispone a fustigar al aspirante, no sea que la cortesía, la elegancia y el buen estilo sean entendidos por el votante como un reconocimiento de que Zapatero tiene algún valor. ¡Dios mío! Sospecho que vamos a tener GAL y viejas corrupciones hasta en la sopa. Menos mal que Aznar ha dicho ayer que él no da consignas; que él mismo hace lo que le dice el partido. De lo contrario, tendría que titular esta crónica: «Aznar pasa su fusil a Rajoy».