Diario de León

SIETE DÍAS

¿Quién no se atreve a confesar su voto?

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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LA ÚLTIMA semana se presenta intensa. Todo está en el aire. La mayoría absoluta del PP (por un diputado) y el vuelco en León. Más de uno de cada tres leoneses no quiere desvelar todavía su voto o bien se mueve en la indecisión. Es el 38 por ciento que finalmente dará la victoria al PP o al PSOE en León. Las diferencias en el voto decidido son muy cortas, apenas el PP aventajaba al PSOE en un 3,4% entre el 24 de enero y el 15 de febrero, cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas realizó el trabajo de campo de una encuesta que dio a conocer el pasado jueves. Un porcentaje muy escaso, que agranda el interrogante. Demasiados indecisos como para justificar la atribución que el CIS hace de los mismos. El organismo oficial estima un 49% de votos para el PP y del 36,4% para el PSOE. Uno confiesa su ignorancia en asuntos estadísticos, pero sí que llegó a aprender la regla del tres, sin duda un método de andar por casa y el menos sofisticado para proyectar resultados. Estas son las grandes cifras. La encuesta del CIS otorga al PP el 26,9% del voto decidido en León. Al PSOE le adjudica el 23,5%. Un 28,9% no saben aún a quién van a votar y el 9% de los encuestados, no contestan. Una simple regla de tres, suponiendo que el voto oculto resulte directamente proporcional al voto confesado, provocaría la siguiente distribución. Un 16,5% más para el PP, el 14,4% para el PSOE y el 7.3% para el resto (incluido el apartado de la abstención). Contrasta la diferencia de 13 puntos entre el PSOE y el PP que registra la estimación del CIS, sobre los cinco puntos existentes si se aplica el método de la proporción directa. La experiencia demuestra, sin embargo, que el voto oculto no guarda proporcionalidad alguna con el voto declarado. Siempre hay un sector más proclive a ocultar sus inclinaciones políticas, dependiendo seguramente del prestigio que en cada momento tengan las siglas de su corazón. O de sus intereses. Ocurrió, por ejemplo, con el PSOE cuando Roldán andaba de gira turística por Asia y pasó algo parecido también con el PP en las elecciones de hace cuatro años, cuando su mayoría absoluta escapó a todos los sondeos de opinión realizados una semana antes. ¿En estos momentos quién tiene más motivos para ocultar su voto, el elector del PP o el votante socialista? Esa es la gran cuestión, el fundamental rasgo psicológico que nos permitiría acercarnos al resultado definitivo. Cuestión harto difícil de determinar y que, consecuentemente, puede inducirnos a pensar que no hay nada decidido, que en León las espadas siguen en alto y que todo depende de una semana que se aventura movida. Si caben serias dudas en la atribución de los votos referidos al PP y al PSOE, los resultados asignados al resto de los partidos aún resultan más sorprendentes. Tan extraños, que sólo cabe interpretarlos como un error de transcripción. La encuesta del CIS atribuye un voto directo a Izquierda Unida del 2,2% y «Otros» se reparten el 1,7%. UPL no aparece con identidad propia. Algo realmente sorprendente porque, suponiendo que se englobe dentro del capítulo de «Otros», no parece probable que Izquierda Unida se sitúe como tercera fuerza política en la provincia. Más sorprendente resulta aún el incremento que registra, hasta los diez puntos, sumando los indecisos. No resulta arriesgado interpretar, sin embargo, que en la gran bolsa de los indecisos se encuentren anteriores votantes de la UPL y de IU, dos partidos sin posibilidad alguna de obtener representación parlamentaria. Esta situación resulta sumamente interesante, porque acabaría radicalizando el voto ante el machacón mensaje socialista de «presidente leonés». Es decir, con Zapatero o contra Zapatero, y lo demás no cuenta. En el PSOE esta es la estrategia. Parece la interpretación más acertada ante la campaña realizada en León. Zapatero encabeza la candidatura socialista de Madrid. Y, sin embargo, parece que también es el cabeza de cartel de León. ¿Cuántos leoneses son capaces de pronunciar el nombre del número uno por León al Congreso de los Diputados? Seguramente poquísimos. El PSOE está haciendo una campaña de perfil provincial plano. Ni siquiera existen carteles en las calles con la imagen de José Antonio Alonso, que así se llama el candidato socialista. Zapatero lo inunda todo. En el Partido Popular se ha optado por compartir el riesgo, la derrota o la victoria. El cartel de Juan Morano alterna las farolas y las vallas con el de Mariano Rajoy. En las cuñas de radio es Juan Morano el que promete: viviendas baratas, más empleo, mejor sanidad... Tan miméticos, que Juan Morano finalmente ha dicho que no al debate cara a cara propuesto por el Diario de León con el juez Alonso. Se lo ha pensado largamente, pero tal vez lo que finalmente le llevó a rechazar el brindis de este periódico y de Televisión de León haya sido evitar el desaire a Mariano Rajoy. Aunque el PP ha dado libertad en las provincias para entrar en los debates, en la tierra de Zapatero hubiera resultado una provocación excesiva por parte de Morano aceptar el reto socialista con el que Rajoy no se atreve. La enfebrecida actividad inauguradora del PP ha sido noticia también en León. El rector de la Universidad, Angel Penas, colaboró con los populares al organizar una reedición inauguradora del campus universitario de Ponferrada. Hace 8 años el invitado fue Juan José Lucas. Ahora su sucesor, el presidente del gobierno autonómico, Juan Vicente Herrera. Dos días antes el presidente de la Junta viajó hasta León para abrir Vitatene, un mes antes de que la factoría comience a producir vitaminas y colorantes. Dos días después Alvarez Cascos visitaba León para colocar la primera piedra del nuevo kilómetro de pista de aterirzaje del aeropuerto de La Virgen del Camino. Y como la fiebre es contagiosa, la UPL buscó un edificio sin paternidad, libre de patente por el tiempo transcurrido, y le colocó la correspondiente cinta. La reflexión seguramente les pareció lógica: Si unos inauguran edificios después de ocho años construidos, por qué no inaugurar uno de hace 700 años, máxime cuando aún sigue en obras. Ahí estaba la Catedral. El vino y los canapés atrajeron a muchas personas que de paso afearon la conducta de los populares, neuróticamente inauguradora.

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