Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

La paz de los muertos

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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HASTA los cipreses de José María Gironella que creen en Dios se han estremecido. No hay paz más aquietada que la de los cementerios, con el paisaje de cipreses como lágrimas puestas de puntillas. Ni siquiera el silencio de un lago entre la nieve. El presidente del Gobierno, José María Aznar, cada día que mete baza en la campaña electoral, desguaza y agrieta esa quietud. Ya no se conforma con alertar a los españoles que no votar a los suyos puede significar un «cambio de régimen», la desintegración de España, la multiplicación del paro, la corrupción y el caos. Ahora ha recurrido a algo tan miserable como la paz de los muertos. Los muertos están siempre en paz. Los que han de conseguirla son los vivos. El presidente Aznar ha acusado a los socialistas de «remover a los muetos» del Yak-42 durante la campaña electoral, el mismo día que llegaba a su ecuador. Les acusó de que, ocho meses después, revivan el accidente aéreo en el que perdieron la vida 62 militares españoles a bordo de un avión destartalado y sin garantías. En plan semibíblico dijo: «Dejen en paz a los muertos, por favor». No se han removido en sus sepulcros los muertos, pero sí sus familiares, los vivos. La asociación que representa a 40 de los 62 militares fallecidos en el accidente del Yak-42, ha presentado una denuncia ante la Audiencia Nacional contra los dos generales que firmaron la identificación de los cadáveres. Les imputan los presuntos delitos de prevaricación y falsificación de documento, tras considerar probado que 30 de los cadáveres no fueron debidamente identificados. Hay una profunda desconfianza de los familiares en todo cuanto dice y hace el Gobierno. Está justificada. El Ministerio de Defensa, que dirige en funciones el inefable Federico Trillo, ha embetunado la terible tragedia de oscurantismo. Pero los vivos aspiran a la paz sabiendo la verdad. La verdad absoluta. Ya están escamados de las mentiras oficiales. Es patética y conmovedora la declaración del familiar que rotundizó: Aznar se atreve a hablar así «porque ninguno de los fallecidos es hijo suyo». Tremendo. La declaración puede ser de una madre, de un padre, de una esposa o novia de cualquier militar que dejó su vida en Turquía. La duda es mortal. ¿Qué puede sentir un familiar al depositar un ramo de rosas sobre la tumba? ¿Estará ofreciéndolas a su hijo, a su marido, a su novio, o a otro que también las merece, pero es un desconocido?. La verdad es imprescindible. Una verdad a la que el Gobierno y Aznar se niegan. Piden el olvido. Prefieren la paz de los muertos a la de los vivos. Conocemos ya parte de la historia, pero se ha logrado a base de investigar, no por las facilidades dadas por el Gobierno. José Mª Aznar se ha posicionado a favor del oscurantismo. A favor de la mentira. Y sólo la verdad otorga la paz a los vivos. La de los muertos está garantizada siempre. No necesitan que nadie se la regale.

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