Diario de León

LA VELETA

Mariano, discurso plano

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HABLAR de pánico sería, quizá, un exceso. Pero decir que en Génova, la sede madrileña del Partido Popular, hay muchos nervios, es un hecho constatable. Tienen la culpa las encuestas. El PP va por delante pero el PSOE acorta distancias. Y, lo que para los estrategas populares resulta incomprensible: Zapatero, no sólo no se ha hundido sino que lleva la iniciativa. Mitin tras mitin, el líder socialista ha ido a lo suyo. Ha repetido, sí, que quería un debate con Rajoy, pero el grueso de su discurso ha sido planteado en positivo. Si llego a ser presidente haré esto y lo otro y lo de más allá. Ya digo, una campaña en positivo que contraste con el registro apocalíptico de las intervenciones de Aznar («Zapatero no puede gobernar porque si llega al Gobierno romperá España») o el estrambote monocorde de Rajoy a vueltas con Carod Rovira, como si este personaje menor fuera Rasputín y Zapatero, Kerensky. El caso es que hace un mes nadie dudaba de que el PP podía revalidar la mayoría absoluta como en el año 2000 y ahora, a cinco días de las elecciones hay encuestas que incluso ponen en duda que pueda formar Gobierno. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué parece que está pinchando el candidato popular? Aunque nos movemos en un escenario muy fluido, donde las impresiones tienen más relieve que los datos (en definitiva la única encuesta que de verdad vale es la votación), lo que parece evidente es que Mariano Rajoy da de sí lo que da de sí y entre sus muchas virtudes no figura la de tribuno. Es más hombre de despacho que de tarima y atril y eso se nota. No es ni bueno ni mal orador. Sencillamente no es orador. Sube a la tribuna a leer y eso rebaja inmediatamente la temperatura de los mítines. Está claro que no le va el género mitinero y cuando le preparan (Timerman) algún papel pelín agresivo, es que no da el tono. Más aún, tengo para mi que se ha equivocado o le han hecho equivocarse al centrar sus intervenciones en la descalificación de Zapatero en vez de predicar los aciertos del PP, por ejemplo, en materia económica o en la lucha contra la ETA. A cinco días vista de las elecciones, nadie tiene la victoria en la mano.

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