TRIBUNA
Barra libre, la Iglesia invita
BAJO el título Barra libre a la Iglesia Católica aparecía recientemente un artículo en esta misma sección, abogando por la eliminación de la religión en la escuela para evitar que la Iglesia transmita «sus ideas discriminatorias a todo el alumnado». No vamos a escribir ahora sobre el tema de la enseñanza religiosa escolar por haberlo hecho ya en varias ocasiones. Tan sólo un breve comentario: esos alumnos, a quienes quiere mantenerse en la ignorancia religiosa, la mayoría están bautizados, han hecho la primera comunión, se confirman, se casan por la Iglesia, son enterrados ellos y sus familiares por el rito católico, disfrutan de las fiestas cristianas, y viven en una sociedad mayoritariamente católica. Algo deberán estudiar, aunque sólo sea para saber de qué va la religión y poder criticarla con fundamento. Hecha esta salvedad, quisiera referirme al tema de presunta actitud discriminatoria de la Iglesia. Me parece que el autor del artículo ha hecho un juicio de valor injusto. Más que con teorías prefiero responderle con hechos concretos. Y, para no divagar, me ceñiré a la porción concreta de la Iglesia que tengo más cerca y conozco mejor, a la Diócesis de Astorga. Si nos fijáramos en la de León o en cualquier otra se podría decir otro tanto. Creo, sinceramente, que si de algo se ha preocupado siempre la Iglesia es de luchar contra todo tipo de discriminación y marginación. He aquí algunos ejemplos: - Además de su ingente labor educativa en los seminarios, por donde han pasado miles de niños y adolescentes, se preocupó siempre de la creación de centros de enseñanza para que pudieran estudiar el mayor número posible de jóvenes. El Instituto Obispo Mérida de Astorga debe su nombre al prelado asturicense que consiguió su creación y puesta en marcha. Otros obispos posteriores se encargaron de crear colegios en todos los rincones de la Diócesis: Colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria, Colegio Pablo VI de La Rúa, San Andrés de Vega de Espinareda, San Ignacio de Ponferrada o San José de la Bañeza. Miles de chicos y chicas han tenido gracias a ellos la oportunidad de salir adelante en la vida. A esto habría que añadir otros muchos colegios de religiosos o religiosas. - Cuando la atención a los ancianos no era un negocio, ya estaban las Hermanas de los Ancianos Desamparados cuidando de los más pobres en el Asilo de Astorga, y el Obispado fue pionero en la creación de residencias para ancianos, sin preguntarles nunca por sus ingresos: Residencia San Juan Bautista en Astorga, Hogar Setenta en Ponferrada, Valdegodos en la Zona de Galicia, Villardeciervos en la de Zamora, otro tanto en Villafranca, La Bañeza, etcétera... - Fijémonos en otro colectivo propenso a la discriminación, como es el de los discapacitados o deficientes psíquicos (antes llamados subnormales). Aun hoy sigue siendo modélico y ejemplar el Colegio Santa María Madre de la Iglesia de Astorga, que ahora regenta la Diputación, pero que fue pensado y creado por la Diócesis. Otro tanto ocurre con el de San Juan Bautista en Veguellina. - Pasemos al tema de mujeres en situación difícil. Sin duda es pionero y ejemplar el trabajo realizado por la Casa de Acogida Nuestra Señora de Fátima, en Fabero, por la que han pasado muchos cientos de mujeres y niños. - Vayamos a otro mundo tan marginal como el de la droga. Ahí está Proyecto Hombre, nacido y gestionado en la Iglesia. Su presidente es el Obispo, su director un sacerdote. Todos sabemos que Proyecto Hombre es una de las instituciones más serias y eficaces para ayudar a los drogadictos, alcohólicos o ludópatas. ¿Acaso podrá alguien seguir pensando que la Iglesia discrimina a aquellos que la sociedad sí margina y discrimina? Que se den un paseo por los Centros de Santibáñez del Toral o de Fuentesnuevas. Aún nos quedan más grupos propensos a la marginación y discriminación: los enfermos, los minusválidos, los inmigrantes. Veamos. - Antes de que la sociedad civil se preocupara de los enfermos, ya la Iglesia estaba comprometida en aliviar sus sufrimientos y al lado de las catedrales, además de una escuela, estaba siempre un hospital. En efecto, los de León, saben que al lado de la Catedral estaba y está el Hospital de la Regla. En Astorga, adosado el primer templo diocesano, está el Hospital de San Juan Bautista. Y en Ponferrada ya hace cinco siglos que la parroquia de la Encina tenía y sigue teniendo el Hospital de la Reina, por poner algunos ejemplos. - Pero, ¿qué sucede con los minusválidos crónicos y sin medios para defenderse solos? Ahí está en Astorga el Centro de las Cinco Llagas, todo un modelo y ejemplo del cariño de la Iglesia por este colectivo, no solo por sus cuarenta residentes, sino también por otro grupo bastante más numeroso y que es objeto de especial solicitud de la Fraternidad Católica de Enfermos. - ¿Y qué decir de los inmigrantes? Pasen por Cáritas de Ponferrada y vean la ejemplar labor que se está realizando con ellos, ayudándoles a arreglar los papeles, a encontrar trabajo y dándoles todo tipo de ayuda. Recientemente se han abierto varias delegaciones de Cáritas para inmigrantes en Cacabelos, Bembibre, Toreno... - ¿Qué sería de muchos transeúntes si no fueran los Albergues de Astorga, Ponferrada, Fabero...? Hemos nombrado varias veces Cáritas. Nadie duda de su gran labor social, que daría para llenar muchas páginas. Es el último recurso que nunca falla y al que acuden los que se encuentran en situaciones límite, casi desesperadas. Pero la preocupación social de la Iglesia no se ciñe al ámbito de lo cercano y local, sino que va mucho más allá de las fronteras diocesanas. La Diócesis de Astorga, como todas las de España, a través Manos Unidas financia cada año varios proyectos de desarrollo en países del Tercer Mundo. Así mismo, a través de la Delegación de Misiones y de Cáritas encauza numerosas ayudas a países pobres. Y, sobre todo, tiene una importante representación de cuatrocientos misioneros repartidos por toda la geografía mundial, seriamente comprometidos en el trabajo por los más pobres y marginados de la tierra. No crean que se agota todo aquí, en este breve resumen, que no es más que la punta del iceberg. Habría para escribir varios libros. Tan sólo hemos ofrecido este pequeño botón de muestra para que se vea que no se puede juzgar a la ligera. No hagamos como aquel señor que, cuando el cura del pueblo consiguió la traída del agua para sus parroquianos, se negó a poner el agua corriente en su casa diciendo que él no quería cosas de curas. Es preciso informarse y despojarse de viejos prejuicios nacidos de un anticlericalismo trasnochado. El problema no es que se imparta religión en las escuelas, sino más bien la pérdida del sentido trascendente de la vida. La religión no es un estorbo, sino una ayuda. Pero a algunos les cuesta dar el brazo a torcer y no quieren entenderlo. Hoy simplemente hemos querido invitarles a que reflexionen y vean que la Iglesia no es tan mala como ellos creen.