EL BALCÓN DEL PUEBLO
A la desesperada
EL RELOJ -tic-tac, tic-tac- no se detiene. Ya sólo quedan tres días de campaña electoral. La incertidumbre se ha apoderado del mapa político. Lo que hace un par de meses era un barrida por la derecha, como vocea un nostálgico de Franco y de Paco Camino, es hoy otro paisaje: más rojo y de «El Viti». No sé a qué viene encasillar a toreros con redondear faenas con una u otra mano. Están obligados a completarlas con las dos. Una faena taurina se parece mucho a esta campaña electoral: comienza con la derecha y se concluye con la izquierda, a la que llaman suerte natural. En caso contrario, ningún diestro llegará a la cima como José Tomás o Enrique Ponce. Serán «telarines», por emplear una expresión que rubrican dos entrañables amigos, que además son presidentes en lo suyo. Quedan tres días para echar el cerrojazo a la campaña electoral y me cuesta, Dios mío, me cuesta asumir que un habitual columnista político tenga el cerebro tan ahormado como el hormigón. Me he estremecido al leer: «Si el domingo próximo no arrasa Mariano Rajoy, nos quedaremos sin nación y sin Constitución». Pertenece a una camada de publicistas ideológicos, tipo Urdaci, aunque éste sea sólo un pragmático de división de honor. El perfecto Douguesclin , que ni quita ni pone, pero ayuda a su señor. Está siempre en sintonía con el jefe. De eso sé yo mucho, nadador empedernido contracorriente. Aún a riesgo de críticas severas, como la que ayer me hacía una lectora en «Cartas al Director», sostengo mi deber de controlar al poder, mucho más que crítico a la oposición. Las cuatro «ces» de la modernidad: conocer, comprender, contrastar y contar, viene a ser lo mismo que la trilogía que he sostenido siempre: informar, formar y, a ser posible, conformar. De ninguna manera podré aceptar lo dicho por el todavía presidente del Gobierno, José Mª Aznar, en Salamanca: «Si Rodríguez Zapatero llega al poder, lo primero que hará es colocar a todos sus familiares y amigos que pueda». Conozco a ZP de siempre. Es un espartano. Y un tacaño. He almorzado con él y me ha obligado al «Menú del día», por importe de seis euros, o menos. Yo no pagué. Tampoco es asumible que el presidente del PP de Castilla-La Mancha compare una posible victoria socialista con la obtenida por Hitler . Ni los más idiotas bajo las estrellas pueden suponer que los socialistas españoles son nazis. Van a la desesperada. ¿No tienen otros argumentos? Lo dicho por el dirigente de Toledo no fue un desliz. Gritó lo que recomendaba el «argumentario» -muy poco afortunado, según directivos azules- remitido desde la sede de la calle Génova a todos los implicados en la «tourné» electoral. La campaña del PP ha sido tan pobre, que además de destemplanzas como éstas, la ha completado Carod Rovira. Hasta el candidato al Senado por León, Eduardo Fernández, a falta de otras argumentaciones, recuperó su fantasma. Increíble.