Diario de León

DESDE LA CORTE

Palabra de ETA; ¿la creemos?

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FERNANDO ONEGA
León

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PENSABA contar la emoción de las manifestaciones contra el terrorismo. Pero cuando millones de personas se estaban concentrando, en un desafío a la lluvia y en un gran ejercicio de civismo, llegó el desmentido de ETA. Da un giro a las investigaciones y, por tanto, a las consecuencias políticas. Aunque la palabra de ETA siempre será menos de fiar que la de un demócrata, ahora se intensifica la duda. Primer supuesto: ETA miente. Sería la mejor perspectiva, porque, si esa banda criminal ha sido quien puso las bombas aunque lo niegue, es que está dividida. El atentado es obra de una facción; de un grupo escindido o no controlado por la dirección. No se puede descartar. Ni eso ni nada. Lo único razonable es esperar las conclusiones de la policía y el CNI. Segundo: la perspectiva, cada vez más sólida, de que pudo haber sido Al Qaeda, supone un nuevo problema para España. Supone que el terrorismo islámico, el más cruel de cuantos operan en el mundo, se ha fijado en nuestro país. Nos ha dado el triste privilegio de inaugurar aquí las acciones planificadas para Europa. Reaviva la polémica de nuestra participación en la guerra de Irak en el momento más endemoniado: cuando introduce un factor pasional en la decisión del voto. El desmentido de ETA no puede ser tomado como una verdad absoluta. Si ETA no tiene honor para respetar las vidas, tampoco lo tiene respetar la verdad. Hay demasiadas casualidades para descubrir su mano en el crimen masivo de Madrid, desde la intención de volar la estación de Chamartín el día de Nochebuena, a la media tonelada de explosivos que fueron capturados en Cañaveras. ¿Por qué no sospechar de que lo siguieron intentando hasta conseguir ese resultado de muerte? Pero también se puede pensar lo mismo de Al Qaeda. Hace poco más de un año, el número dos de Sadam Husein, Tarek Aziz, se permitió amenazar a España por su alianza con Estados Unidos. Por lo menos, anunció que nuestro país se encontraría entre los países que los árabes considerarían como enemigo. No debemos sorprendernos, por tanto, de que esta memoria histórica reavive los temores a la larga mano criminal de Bin Laden. Así llegamos a este día de reflexión. Durante toda la campaña hemos tenido el temor de que el terrorismo condicionara los discursos. Y lo hizo. Lo que no podíamos sospechar es que lo hiciera sobre 199 cadáveres. Eso sí: también sobre el testimonio de millones de personas que ayer salieron a la calle a decir no al terrorismo. A todos los terrorismos.

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