Lo que queda pendiente

LOS ÚLTIMOS cuatro días han mostrado algunas deficiencias, algunas carencias y han disparado un exceso de tensión política que ahora, con el comienzo de lo que todo el mundo considera una nueva etapa, habrá que subsanar. A partir de este 15 de marzo, con la formación de un nuevo Gobierno lleno de caras nuevas y de un espíritu nuevo, habrá que incrementar el diálogo y fortalecer la unidad de todos frente al terror, sea interno o venga desde el exterior. Porque, por ejemplo, en los últimos días se han puesto de manifiesto algunas quiebras informativas importantes, que hicieron que en algunos momentos hubiese que volver la vista hacia ciertos medios extranjeros. El hecho de que algunos de ellos rechazasen calificar de «terrorista» a la banda ETA ha provocado gran irritación en el Gobierno de Aznar, donde se asegura que se han vivido momentos de enorme tensión. Y es que la estrategia informativa gubernamental falló clamorosamente: el ministro del Interior, Ángel Acebes, se ha dejado muchas plumas en este envite. Quedan muchas leyes pendientes de profundización de la democracia, acaso una de las tareas más relegadas durante los ocho años de mandato de Aznar. Nadie duda de que es necesario arbitrar nuevos modos de elección de los rectores de los medios de comunicación públicos y quizá también del fiscal general del Estado y el Consejo del Poder Judicial. Otras, de mayor calado, tendrán sin duda que esperar, especialmente por lo que se refiere a la configuración territorial del Estado. Ni el PP ni el PSOE, que van a llegar sin duda a serios acuerdos inmediatos para el fortalecimiento de la democracia, quieren abrir el melón de las reivindicaciones nacionalistas, pero tampoco cabe duda de que tales reivindicaciones se van a recrudecer: ahí está el «plan Ibarretxe», que ha aguardado para su tramitación a conocer el resultado de las elecciones. Se abre, pues, una era en la que habrá que repensar algunas cosas y sacar lecciones de algunas de las deficiencias registradas en los últimos días. España vive momentos de indudable gravedad política.