Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Elecciones limpias y libres

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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ES COMPLETAMENTE escandaloso lo que han publicado algunos columnistas de extrema derecha. No de la derecha moderada y civilizada, que los hay y muy buenos, brillantes, con «pondus» y enormes dosis de responsabilidad, sino la canalla periodística que anida en la intolerancia y en el fanatismo y sólo acepta ser juzgada por Dios, no por la sociedad española. Han llegado a la miseria de deslegitimar las pasadas elecciones generales. A esos ladridos iniciales les pusieron altavoces algunos políticos de segunda fila del PP. Es esa corriente mínima de extrema derecha camuflada bajo las alas protectoras de la gaviota. Habían estado ocho años sacando pecho, pero el 14-M fueron desalojados del poder por los electores. Como grafitó «El Roto», dibujando una mano que metía el voto en la urna, para editorializar sobre el resultado: «Habían entrado a nuestro servicio, pero se estaban convirtiendo en amos». Al griterío de baja intensidad se han sumado algunas otras voces populares, ya de primera fila. Puede ser hasta comprensible que una de ellas sea la de un diputado nacional electo al Congreso por Pontevedra. Es la patria chica de Mariano Rajoy. Quizá, por la inesperada derrota o por la amistad personal con el líder azul, le patinaron las neuronas. Lo tremendo es que a ese coro totalitario se haya entregado como vicetiple la ministra en funciones de Educación y Cultura, Pilar del Castillo. Procede del PCE, pero es uno de los espejos reaccionarios en los que se mira una pequeña facción popular. La ministra en funciones, en una intervención no improvisada, sino meditada e infame, ha tenido la desvergüenza de deslegitimar las elecciones generales del pasado domingo. Aseguró que los españoles votaron en estado emocional, coaccionados tras el desgarrador impacto de la tragedia del 11-M. Unas declaraciones impropias de un miembro del Gobierno, aunque lo esté en funciones. También lo está Zaplana y miente sin desmayo desde su condición de Portavoz. Y Ana Palacio, a la que le perdono casi todo porque no es de este mundo: ya no sabe si va, viene o se marcha. Las elecciones del 14-M fueron limpias, libres, serenas y participativas. Las ganó el partido que han querido los españoles. Esos mismos españoles que castigaron al PP por su oscurantismo, arrogancia, talante y posible utilización de la tragedia en beneficio electoral. Los mismos españoles que ahora vuelven a tomar nota. Hay un mucho de Juncal en la sociedad española. Porque los agraviados e insultados no son ni Rodríguez Zapatero ni ningún otro socialista del arco parlamentario. Son los ciudadanos. Los que han dicho: ¡basta!, sírvannos, no quieran ser los amos. Estas dentelladas tremendas, por descontado, no tendrán éxito alguno, pero quizá aspiren a continuar en el mismo paisaje bronco: amargar la vida a la sociedad española. Exactamente lo contrario de lo que está dispuesto a hacer el que muy pronto será presidente del Gobierno: José Luis Rodríguez Zapatero.

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