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Publicado por
MARÍA JESÚS MUÑIZ
León

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LA VIDA nueva comenzará, si los dioses y los terroristas no lo impiden, la próxima semana. Será una vida a la que los españoles tendrán que incorporar nuevos temores criminales. Al mal autóctono, aún sin erradicar, se une el mal globalizado, como corresponde a los tiempos que corren. Tendrán, eso sí, la sensación de no estar solos ante el miedo, mísero consuelo para las víctimas de estos y aquellos asesinos. La vida nueva traerá nuevas formas de gobernar. Al menos eso es lo que se anuncia. Promesas de caras nuevas, y otras no tan nuevas. No nos defraudes, grita al líder tranquilo la parte del país que aún guarda un rescoldo de esperanza. Ahora llega el momento de la verdad para esta alternativa sorprendida de su propia victoria; de la verdad para la mayoría de los votantes, deseosos de conocer el trecho que va del dicho al hecho. Deseosos de calibrar también la nueva fórmula de gobierno, el pacto al momento. Y encomendándose unos a Dios y otros al diablo para que los poderosos partidos minoritarios no ejerzan de patines en los pies del gobierno, de forma que el ejecutivo vaya en parte donde quiere y en parte donde le lleven los patines. La vida nueva llega también para los que se encuentran en la oposición con el pie cambiado. Con el pie del proyecto aún en el gobierno y el de la realidad asentado irremediablemente en la minoría. Vida nueva y problemas viejos esperan a la parte de la oposición que asienta sus reales en la provincia, que antes de decidir dónde instalarse deberá encontrar sus pies y sus manos. Quién sabe si también su corazón y su cabeza. La vida nueva llega, en fin, para los ciudadanos. Para los que la vida sigue y para los de las ausencias. Para los que, pase lo que pase, mañana hay que seguir. O sea, para todos. Comienza una nueva vida en la que todo ha cambiado y todo sigue igual. Comienza, como comienza todo cada día. Mañana otra vez.

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