La camada negra

INSISTO en radiografiar el post 14-M. Los sociólogos tienen mucho trabajo. La derrota de la derecha no acaba de digerirla esa facción ultra que tenía la certeza de que España era suya. Idiotizados por la propaganda, han aceptado como propias las consignas azules. En sus cálculos no entraba la derrota, pese a que en todas las encuestas, incluida la del CIS, un 58% se pronunciaba a favor del cambio. Y se produjo. Una derrota sin paliativos. Contundente. En todo el país y en León, por más lecturas kafkianas, algunas rayando el ridículo, que hagan los Zaplana y Yiyo de turno. Pero esa facción mínima se resiste. Ayer vi en nuestro periódico la foto de un jovencito fascista, sosteniendo un cartelón con el texto: «Zapatero, al paredón». Que yo sepa, nadie intentó quitárselo. Sospecho que es un delito. No es lo mismo una concentración pidiendo información, conocer «la verdad antes de votar», que otra calificada de desagravio, aunque las dos se hayan convocado por oleada de móviles. Meter las dos en la misma banda ancha, como hizo mi admirado Onega, no se sostiene. Bueno, sí: la sostiene un gallego como él. Supongo que el jovencito de la foto forma parte de una nueva camada negra incubada bajo el mandato de José María Aznar. Y espero que esa camada no dé lugar a que tengamos que hablar de ella en el futuro por dar trabajo a la policía. En pleno desconcierto y desvarío que sufre una parte de la derecha, resulta patético que se haya convocado un acto de desagravio para el próximo día 27 en la plaza de toros de Vistalegre. En un partido democrático, cuando se pierden unas elecciones, dimiten sus dirigentes, se convocan congresos extraordinarios o se arbitra cualquier otra fórmula aseada. En nuestro país, por el contrario, se enrocan y convocan actos de desagravio. Podría entender un acto/homenaje de partido, pero jamás un desgravio. ¿Acaso el PP se siente agraviado por la mayoría de los españoles que no lo vataron?. El PP, en lugar de reflexionar sobre las razones por las que los ciudadanos le han dado la espalda; en lugar de aceptar los errores y poner las bases para enmendarlos, se dedica a autoprogramar actos de desagravio. No desmayan. Son actos impropios de un país en auge, con nervio y fuerza. Podrían encajar en una república bananera. Si lo visionado en estos cuatro días sin poder se alarga en el tiempo, parece evidente que la derecha, el PP en concreto, tendrá que hacer una larga travesía antes de reincorporarse al Gobierno. España necesita un partido de la derecha democrática que, a partir de mayo, ejerza la «leal oposición». El PP está demostrando que no está preparado para ello. Además, que tiene dirigentes que consideran al partido como suyo, de su propiedad, al igual que antes al Gobierno y al Estado. Por ese camino no dejarán de ser una fuente de problemas para todos los españoles, que no para el PSOE. Mariano Rajoy, si logra la reafirmación como líder azul en el próximo plenario orgánico -hasta ahora sólo cuenta con el dedazo de Aznar- tiene una tarea inmensa que hacer.