Papeles secretos

DE MANERA que para defenderse de las acusaciones de mentir y desinformar el Gobierno no ha dudado en desclasificar y hacer públicos unos documentos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre los acontecimientos de esos cuatro días que estremecieron al mundo. Lo publicado no me aclara absolutamente nada ni me arroja ninguna luz en lo que ya sabíamos. Al contrario, en todo el episodio de la furgoneta con la cinta y los detonadores, el relato es impresentable e increíble. Cuando el ministro Acebes informó del hallazgo habían pasado más de diez horas desde que el portero de la finca de Alcalá había alertado sobre el asunto y las tres personas sospechosas que había visto. Pero es que además el Gobierno se ha quedado con algún documento del CNI sin hacer público, a juicio de algunos porque invalidaba totalmente su famosa tesis de que los atentados los había cometido ETA. El Gobierno ha utilizado al CNI una vez más y ha colocado su prestigio por los suelos. Ésta habrá de ser una de las primeras tareas del nuevo Gobierno: esclarecer todas las circunstancias y manejos del Gobierno saliente durante esos decisivos días. Si se han podido desclasificar unos documentos de ahora mismo y muy sensibles, digo yo que con más motivo podrán desclasificarse otros, como los relativos a la guerra contra Irak, las circunstancias que llevaron a Aznar a coprotagonizar en las Azores la declaración de una guerra ilegal, injusta, genocida y contra la ONU. Y podrán desclasificarse los informes del CNI sobre todo lo relativo al accidente del Yak-42, que se llevó por delante la vida de 62 militares compatriotas nuestros. Lo mismo digo de los papeles relativos a los muertos españoles en Irak tras el final teórico de la guerra. Y hasta los papeles que pudieran existir en torno a la catástrofe del Prestige y su desastrosa administración.