EN EL FILO
Igualdad, superioridad e inferioridad
LA EFICACIA de la policía, tras el atentado de Atocha, se demuestra con las catorce detenciones realizadas. Creo recordar que nunca, tras una operación terroristas, se había logrado detener a tantas personas relacionadas con el atentado y, además, con tanta rapidez. Cabría observar, sin demérito de las fuerzas de seguridad, que los terroristas islámicos son superiores a los terroristas etarras en capacidad letal, e inferiores en capacidad de huida impune. Bien es cierto que, últimamente, y por fortuna, a los etarras se les detiene casi siempre cuando van de repartidores, pero en tiempos no tan lejanos se tardaba bastante tiempo en identificar a los culpables y, mucho más, en ser apresados. Todavía no sabemos a cuál de las numerosas ramas del terrorismo islámico pertenecen los autores de la última masacre, pero es probable que sus objetivos prioritarios sean el daño provocado, mucho antes que la evasión de los autores. No hay que olvidar que Ahmed Yasín, el asesino asesinado, decía que le ganaría la partida a Yaser Arafat, con quien estaba enfrentado, porque Arafat sólo les podía ofrecer a los jóvenes palestinos un puesto en la administración, mientras él les ofrecía el cielo. Y, gracias a tan magnífico regalo, el asesino asesinado convenció a chicos casi adolescentes para que se formaran y fueran el día de mañana unos chicos-bomba de provecho, inaugurando una nueva forma de terror. No sé qué les ofrece ETA a los bisoños repartidores de dinamita y metralla, pero por mucha gloria vasca que les ofrezca, y a pesar de que, según hemos podido saber por el último libro de Matías Antolín, hay bastantes curas simpatizante de ETA, no creo que les pueda garantizar el cielo. Como mucho pueden llegar a ser Otegui, que no está mal, pero tampoco es la bomba, que diría mi tía Pascualina. Unos matan al por mayor y otros al detalle, pero los iguala la perversa convicción de justificar los medios.