Solidaridad y política

EL LÍDER del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, presidente «in péctore» del Gobierno, jamás tendrá una agenda política tan apretada como la de ayer, ni siquiera perpetuándose en el cargo hasta su jubilación. Se estrenó ante los principales líderes mundiales: Tony Blair, Colin Powell, Jacques Chirac, Gerhard Schröder, Jorge Sampaio, Lezak Miller... Estaba ecoltado por quien será su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. A todos les expuso el cambio radical que se dispone a introducir en la política exterior española: más Europa y nueva dimensión en las relaciones con Estados Unidos. Sin duda alguna, el tema estrella fue su firme decisión de retirar las tropas españolas de Irak, salvo que el Consejo de Seguridad de la Onu pueda evitarlo. España está en las primeras páginas de los periódicos del mundo. Primero por el atroz atentado del 11-M, y segundo, por la convulsión que ha significado la promesa de Rodríguez Zapatero de retirar las tropas españolas de Irak. Esa agenda, apretada e imposible en la normalidad, se ha configurado desde la solidaridad del mundo con España. Se oficiaba en Madrid el funeral por las víctimas del 11-M. Un funeral emotivo, degarrador, capaz de nublar de cristales líquidos los ojos del más insensible. La emoción lo llenó todo en la catedral de la Almudena. Lloró la Reina y hasta es disculpable el exceso de adrenalina del familiar de una de las víctimas que levantó la voz: «Señor Aznar, le hago responsable de la muerte de mi hijo». La música de órgano, las voces blancas del coro, la liturgia escenificada por tres cardenales y 28 obispos, la presencia de dignidades de otras confesiones religiosas, todo, ayudó a la solemnidad solidaria del funeral de Estado en memoria de las víctimas. Fue retransmitido en directo por las cadenas de televisión y radio. No dudo, porque yo mismo noté el vértigo en el alma, que durante más de una hora los españoles asistieron al oficio sobrecogidos y emocionados. Pero tras las elecciones, aunque como en las del 14-M, haya un boquerón para el sentimiento, se abre indefectiblemente otro más enorme para la política. Así ha sido. La Junta Directiva Nacional del PP, además de analizar el resultado de las elecciones, conoció la decisión de Mariano Rajoy sobre quiénes serán sus guardaspaldas para ejercer la oposición. Mariano Rajoy dijo ante el máximo órgano entre congresos, que su decisión es libre y sin condicionales. Sus hombres fuertes serán Ángel Acebes, número dos, próximo secretario general, y Eduardo Zaplana, a quien eleva a la portavocía en el Congreso de los Diputados. Para el Senado designó a Pío García Escudero. En la sesión del plenario popular no hubo una voz más alta que otra. Sin embargo, fuera del escenario, algunos populares comentaban: Aznar le ha colocado a Mariano como escoltas a los dos ministros más quemados de los últimos días. ¿Acaso Aznar, tras señalarle con su dedazo, ahora quiere pulverizarle por los resultados?. En el PP, los que vuelven a casa, que son legión, ven a la gaviota como a un grajo: «cuando vuela bajo, hace un frío del carajo». Dicho sea en pura metáfora.