EN BLANCO
Solbes
LA POSTULACIÓN de Pedro Solbes como vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda constituye una excelente noticia y una buena señal a los mercados. El todavía Comisario europeo transmite una imagen de rigor y de solvencia que puede ayudar a reducir la incertidumbre que la inesperada victoria electoral del PSOE ha creado en los ambientes empresariales nacionales y extranjeros. Ha sido un defensor de la estabilidad macroeconómica del cumplimiento del Pacto de Estabilidad y de Crecimiento frente a la indisciplina de franceses y alemanes. Desde esta óptica, su incorporación al Gobierno de Rodríguez Zapatero es un movimiento inteligente del líder socialista. La tarea de Solbes es fácil en el corto plazo pero complicada en el medio. Por el momento la economía española está en una buena posición y los equilibrios presupuestarios están controlados. Sin embargo, la coyuntura puede deteriorarse con relativa rapidez. El panorama económico europeo no es positivo y los factores endógenos del crecimiento -consumo e inversión privados- no tienen capacidad de tirar de la actividad por tiempo indefinido. Esto plantea un perfil de crecimiento del PIB probablemente inferior al dos por ciento con crecientes dificultades para crear empleo. Al mismo tiempo, Solbes se verá forzado a conciliar las promesas de gasto público del programa electoral del PSOE con el mantenimiento de unas finanzas públicas saneadas. Aunque la herencia es muy buena en este campo, un superávit fiscal cercano al uno por ciento del PIB, la situación puede empeorar con rapidez por el lado de los ingresos si la economía pierde vigor y por el del gasto si se ponen en marcha los programas planteados en las elecciones. Tarea compleja que esperemos lidie con suerte esos toros.