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Publicado por
CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
León

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SI EN LA VICTORIA electoral de Zapatero fue decisiva la posición ante la guerra de Irak o, dicho de otro modo, si los votantes castigaron al PP por considerarlo belicista y, por tanto, responsable de la masacre del 11-M, ahora, en el poder, alguien tiene que ser consecuente. La promesa hecha por Zapatero en esta situación, según la cual retiraría las tropas españolas para el mes de junio, no permite interpretaciones arbitristas, tiene algo de sagrado que compromete de modo definitivo la credibilidad personal e institucional de Zapatero. Es verdad que, asustado quizás por el alcance de este compromiso, Zapatero lo hizo depender del nuevo papel que podría tener Naciones Unidas en el caso de que tomaran el mando de las tropas, pero no cayó en la cuenta de que habría que dar respuesta a hechos relacionados con la guerra de Irak como, por ejemplo, el relevo de las tropas. ¿Qué hacer y quién debería asumir la responsabilidades de las decisiones? José María Aznar se lo planteó en estos términos a Zapatero en el primer encuentro que tuvieron el jueves pasado y le pidió que, fuera cual fuese la decisión que tomara, se la diese por escrito. La inhibición de Aznar en esta cuestión, y la remisión que ha hecho de ella a Zapatero, parecen lógicas. Por un lado ¿cómo podría ser calificado por la sociedad española un presidente en funciones que siguiera manteniendo unos criterios de intervención bélica en contra de los defendidos por el ganador?. Yendo a terrenos más elementales o prácticos ¿qué sentido tendría llevar a efecto un relevo de tropas a finales de abril si van a ser retiradas en su totalidad dos meses más tarde? Sabíamos que el compromiso asumido por Zapatero sería muy difícil de cumplir ya que es un desafío a Estados Unidos, tanto al representado por Bush como el que puede gobernar el demócrata Kerry. Sabíamos también que, por esta razón, el líder socialista intentaría buscar, de ahora a junio, algún tipo de pretexto que le permitiera mantener en Irak las tropas españolas, pero el relevo periódico de los soldados y concretamente al correspondiente al mes de abril le exigen una respuesta inmediata. Así pues, antes de instalarse en La Moncloa, Zapatero tiene que enfrentarse de modo ineludible y de forma inmediata a la cuestión que le dio una gran popularidad en la oposición. Ahora le exige una actuación consecuente, el pacifismo que le permitió a sacar a millones de personas a la calle y a mover al gobierno del PP en el Parlamento, le lleva ahora a adoptar unas posiciones escandalosas desde el punto de vista de la responsabilidad internacional y la solidaridad con el resto de las naciones que tratan de reorganizar Irak. El desafío está ahí, y planteado de un modo ineludible y de forma tan inmediata, que a José Luis Rodríguez Zapatero no va a resultarle fácil sortearlo.