EL BALCÓN DEL PUEBLO
Cuota para la ínsula roja
LO DENUNCIÓ en su momento, y así se recogió en este periódico, la Unión del Pueblo Leonés, o el procurador Antonio Losa, no sé: La sociedad estatal Aguas del Duero adjudicó nueve proyectos de obras de regadíos por importe de unos veinte millones de euros. Otra vez más han dejado fuera del reparto al Canal Bajo de los Payuelos, la obra de regadío pendiente más importante de Castilla y León. Una obra que, según vendieron durante las visitas pre-electorales y de campaña de Arias Cañete, ya estaba en marcha, cuando ni siquiera se habían adjudicado. La consigna fue idéntica para todos los miembros del Gobierno: vender lo hecho, lo proyectado y lo que no existía tan siquiera en la imaginación de los suyos, ni en la oposición. Creó escuela el presidente José María Aznar, ofertando la Escuela de Pilotos para León, tuvo en Álvarez Cascos al alumno más aplicado, y no le defraudó ningún otro ministro. Tampoco los presidentes azules de comunidades, e incluso responsables de segunda fila. Juan Vicente Herrera se prestó a inaugurar hornos de vidrio que llevaban meses encendidos, campus con ocho años de funcionamiento, dejando pequeño al Folgado de turno que prometía centrales de biomasa, tras marginar a los sindicatos que pedían poner luz en la negrura del carbón. La decisión de la sociedad estatal Aguas del Duero es una cacicada. La han adoptado directivos que van a ser cesados cuando entre el nuevo Gobierno. Pero es también, además, una nueva marginación a los intereses de los agricultores leoneses, quienes jamás han tenido la condición de prioridad para la Confederación Hidrográfica del Duero, ni para las sociedades estatales Aguas del Duero e Infraestructuras Agrias del Norte. Un trípode que no aguanta el peso general. Los campesinos leoneses hacen esta lectura: La cacicada política al adjudicar los nueve proyectos parece una venganza por el voto de los leoneses el pasado 14-M. León ha quedado como única ínsula roja en el mar azul de Castilla y León. Cuando dentro de muy pocas semanas sean relevados los actuales gestores, debemos esperar que sus cuentas estén más claras que sus criterios políticos. Los criterios políticos ya quedaron en evidencia cuando, en plena campaña electoral, los teloneros movían los tubos de riego de la provincia de Valladolid a la de Zamora, o viceversa, para que el ministro de Agricultura en funciones, Arias Cañete, se hiciera fotografías de falsas inauguraciones con falsas obras de regadío, elevando así la mentira al grado sumo. El propio Arias Cañete se prestó a intepretar el teatro sociopolítico con el mismo desparpajo y la misma desvergüenza que Álvarez Cascos. Al ministro que se metió entre pecho y espalda un chuletón para rebajar la tensión por el mal de las vacas locas, le cambiaban las tuberías en Castilla y León e inauguraba sueños verdes y sementeras. El ministro Francisco Álvarez Cascos se esforzaba en dejar su nombre inscrito en piedra en cada tramo de autovía o de vía férrea, y de paso, hacer más rica a su nueva novia. No siempre enviar rosas es lo más sensible.