Diario de León

TRIBUNA

¿Dialogará Zapatero con la Iglesia?

Publicado por
MÁXIMO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ
León

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A RAÍZ de los últimos resultados electorales, un amigo socialista me dijo en broma: «A partir de ahora ten cuidado con lo que escribes». A lo que respondí con cierta ironía: «Gracias por la advertencia, ya sé que habrá menos libertad de expresión». Él intentó rectificar, pero le respondí de nuevo: «No disimules, te ha traicionado el subconsciente». Es sólo una anécdota. En todo caso no vamos a caer en la tentación de halagar al poder, como algunos están haciendo ahora, ni en el miedo a manifestar nuestras discrepancias, aunque ello pudiera comportar sus riesgos. En principio, es de agradecer al que será nuevo presidente del Gobierno su ofrecimiento para gobernar con humildad y con actitud dialogante. Bienvenido sea. Pero ello no nos dispensa de preguntarnos si esta prometida actitud de diálogo servirá sólo para algunos o también para las relaciones con la Iglesia Católica. La Iglesia no es un club de aficionados ni un grupito de gentes que buscan privilegios, sino el colectivo más numeroso de la sociedad española, mayor que ningún partido político, sindicato o cualquier otra asociación. En ella hay gentes de toda clase y condición, y con las más diversas preferencias políticas; ciertamente no se identifica con ningún partido. ¿Ejercerá el nuevo presidente de todos los españoles esa disposición al diálogo con este importante colectivo, dejando a un lado sus posibles convicciones particulares en el terreno religioso? Por una parte, tenemos motivos para la confianza, si nos atenemos a sus promesas de concordia; pero tampoco ocultamos nuestras dudas y temores, a juzgar por diversas afirmaciones vertidas por el candidato a Presidente en el período preelectoral. Zapatero tiene derecho a discrepar de la doctrina de la Iglesia y respetamos que en algunos asuntos pueda no comulgar con ella. Pero el tono despectivo y la ligereza con que ha abordado algunas cuestiones relacionadas con el tema eclesiástico nos parece preocupante. Baste recordar sus juicios en temas puntuales como la familia, las relaciones entre ciencia y ética, la educación en general y la enseñanza de la religión, etc... Ya hemos señalado en su momento que sus palabras nos parecían, cuando menos, poco prudentes para quien aspira a ser un hombre de Estado. A pesar de todo, no hablemos del pasado, sino del futuro. Olvidemos unos comentarios hechos en un ambiente preelectoral, no exentos de la presión de sectores cargados del más rancio anticlericalismo. Sin duda, el realismo del gobernante deberá llevarle en muchos campos a actuar olvidando algunos planteamientos hechos desde la oposición y a emplear esa cualidad propia de los sabios que es saber rectificar. Esperemos que con prudencia política el presidente Rodríguez evite el enfrentamiento con la Iglesia, que es tanto como decir con una inmensa mayoría de españoles, y acepte con humildad y gratitud tantos elementos positivos y constructivos que aporta la Iglesia en su servicio a la sociedad española, a favor de una sociedad más justa y solidaria, de una juventud más sana, de un ambiente familiar menos deteriorado, de una inequívoca defensa de la vida humana y de la dignidad de todas las personas... Me atrevo a sugerir humildemente a mi paisano y ahora presidente José Luis Rodríguez Zapatero que su deseo de mejorar nuestras condiciones de bienestar material no le lleve infravalorar las cuestiones que hacen referencia al sentido de la vida, que no confunda la legítima laicidad del Estado con la obsesión laicista, beligerante o despectiva contra lo religioso. Detrás de él hay una gran mujer, déjese aconsejar en este terreno por la sensatez de su esposa. Finalmente, no olvide que la Iglesia es sabia y eterna, mientras que los gobiernos siempre son caducos y pasajeros. No tenga miedo a la sabiduría del Evangelio que tan positivamente ha influido en la humanidad y en Europa en particular. Ni olvide la sabia frase del Quijote: «Amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado». De veras, por su bien, y por el bien de España, no tope inútilmente con ella. Puede estar completamente seguro que su respeto a la Iglesia le podrá acarrear reproches, pero jamás le quitará votos, sino todo lo contrario.

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