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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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YA HEMOS empezado a ver el cambio. El cambio ya tiene caras oficiales. Después de ocho años viendo rostros del Partido Popular en la presidencia del Congreso y del Senado, fueron sustituidos por militantes del Partido Socialista. Se ha puesto en marcha la máquina del relevo. Y hay que anotar que las cosas se han producido, se están produciendo, con abundantes sorpresas. La más notable es que el PP, con amplia mayoría en el Senado, ha perdido su presidencia. Le ha sido arrebatada por el PSOE después de la peripecia que ya hemos comentado: la negativa del PP a ceder un puesto a las minorías en la Mesa del Congreso. Tal negativa fue la disculpa para convertir al partido de Rajoy en el enemigo público de todas las demás fuerzas, y dejarlo en absoluta soledad parlamentaria. Ahora, la entretenida pregunta de los cenáculos y tertulias de la Corte es si todos están contra el PP, o el PP contra todos. Mi tesis engloba las dos posibilidades: todos están contra el PP, por un impulso de represalia por el uso que hizo de su mayoría absoluta y por ese último comportamiento en el Congreso. Pero el PP está contra todos, porque se lo pide el cuerpo; porque, una vez perdido el gobierno, se ha quedado sin aliados interesados; porque no puede mezclarse con partidos de ideología tan distante como IU o los nacionalismos; y porque le hace ilusión convertirse en único partido de oposición. Esto último no es una consecuencia de su última soledad, ni puede serlo; pero ya están vendiendo esa mercancía: el PP es la oposición; la oposición por antonomasia. Sobre esa idea se asienta su primera estrategia. Las restantes fuerzas hacen una especie de feria variopinta, oportunista y provisional, que a algún analista le recuerda la coalición de gobierno que se hizo en Baleares. No es eso. No estamos ante acuerdos de gobierno. Pero esa sombra va a acompañar los primeros tiempos de la gobernación de Zapatero. El aparato mediático próximo al PP ha empezado a pasárselo por la cara, avisando de terribles males, como si Zapatero fuera un juguete en manos de independentistas. Quiero pensar que no es así. Ni será así. Necesito pensar que se hizo todo esto en beneficio de un Parlamento más abierto a las minorías, como reflejo del estilo de Zapatero; pero que no condicionará las decisiones de su gobierno. Y conservo una esperanza: que de estos primeros acuerdos surja un clima de confianza entre todos los pueblos de España. Si Zapatero lo consigue, habrá pasado a la historia. Si fracasa, habrá que volver a la confrontación. La elección no es dudosa.