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Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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LAS CORTES ya han comenzado su andadura. La elección de las Mesas del Congreso y del Senado son siempre el primer paso. El PSOE ha elegido a dos pesos pesados para presidir el Congreso y el Senado: Manuel Marín y Javier Rojo. Manuel Marín es un político con prestigio dentro y fuera de España. Javier Rojo lleva años en primera línea en el País Vasco. Ambos son veteranos de la política, y tienen a sus espaldas muchos años de militancia en el PSOE. No lo van a tener facil porque el PP no se lo va a hacer fácil, pero tienen experiencia sobrada para salir indemnes del envite. Y es que la legislatura se presenta complicada. En primer lugar el PSOE no tiene mayoría suficiente para gobernar con tranquilidad, de manera que tendrá que buscar acuerdos con la oposición para sacar adelante muchas de sus iniciativas legislativas. En segundo lugar la presión de los partidos nacionalistas ya está dejándose sentir sobre el futuro Gobierno socialista. Los nacionalistas lo esperan todo de Zapatero, entre otras cosas porque saben que éste les necesita en el día a día parlamentario. De manera que a Zapatero le corresponderá poner los limites, dejar meridianamente claro hasta donde quiere llegar a la hora de dar satisfacción a las fuerzas nacionalistas. En tercer lugar el PP ya está organizándose para hacer una oposición dura y frontal, porque están convencidos de que sólo así podrán recuperar el poder dentro de cuatro años. El discurso de los populares se va a asentar en que España está en peligro porque el PSOE va a ceder lo inimaginable a los nacionalistas y que por tanto los únicos garantes de la unidad son ellos, los populares. Es un discurso rancio el del PP, pero no por ello deja de ser eficaz. Así las cosas Zapatero va a tener que hacer bueno lo que dice, es decir, escuchar a la sociedad, a los ciudadanos y actuar teniendo en cuanta los intereses y la sensibilidad de la mayoría. El problema que tiene ejercer el poder es que algunos gobernantes sufren, a veces sólo temporalmente, el mal de altura. No parece ser el caso de Zapatero que tiene grabado ese grito de los jóvenes que el 14 de marzo le pedían que no cambie. Es difícil no cambiar, porque el poder no se ejerce impunemente. Pero aún así Zapatero es una persona fría, de manera que tiene muchas posibilidades de no despegar los pies del suelo y no dejarse envolver más de lo necesario por los aduladores de turno. Es curioso, pero hace un par de meses los mismos que no daban un duro por él son ahora los primeros en colocarse en primer tiempo de saludo, y hacerle la pelota descaradamente. Pero los halagos los conlleva el cargo, lo mismo que el carisma, no hay nada que dé tanto carisma como el poder. Por ejemplo los futuros ministros que hoy cruzan los pasillos del Congreso son vistos de manera distinta a la de hace unos meses. Ellos son los mismos, con las mismas virtudes y los mismos defectos, pero ahora son ministros. Mientras que los ministros salientes aparecen empequeñecidos sin que apenas nadie se fije en ellos. Esta es una manifestación más de lo que es el poder. Se levanta el telón.