CRÓNICAS BERCIANAS
Ponferrada debe colaborar
HA PROMETIDO tanto y tan bueno Rodríguez Zapatero para el porvenir del Bierzo y de Ponferrada en particular que el alcalde de la capital de la comarca, Carlos López Riesco, parece aún algo atolondrado sin saber a qué carta quedarse. Ponderando tal vez más si la palabra de honor de ZP hecha inversiones hará tambalearse dentro de tres años su posición de privilegio en la asamblea municipal, o si acaso la ejecución de proyectos como el del doble trazado del Tren de Alta Velocidad o el de la creación de la Capital de la Energía redundarán aún más en sus probabilidades de vivir otro mandato como inquilino del primer sillón consistorial. Es un criterio tan egoista como natural en el ser humano. Sin embargo, después de la zozobra y el ofuscamiento lógico que el cambio de Gobierno puede haber generado en las filas del PP en el Ayuntamiento ponferradino, llega el momento de perder de vista los egocentrismos y las animadversiones políticas en pro de los intereses de una ciudad a las que las promesas del nuevo presidente del Gobierno habrían de colocar en unos años en un lugar de privilegio no sólo entre las capitales de la comunidad castellanoleonesa, sino entre las principales no capitales de provincia de este país. Sacudida la congoja por la caída de sus afines en Madrid, a López Riesco y a su equipo no le deberían mediatizar ningún tipo de tibiezas ni recelos políticamente cebados al reclamar con seriedad al nuevo Ejecutivo que cumpla con sus planes de encargar un doble trazado del Tren de Alta Velocidad entre León y Ponferrada, aunque en la revisión y puesta en marcha de esta infraestructura ferroviaria -con prolongación idéntica hacia Monforte- se vayan a perder uno, dos o tres años. A la mayoría de los ponferradinos, de los bercianos en general, es probable que no les importe una pequeña demora con tal de montarnos algún día en el tren-bala, y no en el tren-burra que pronostica el caudillo Carballo que es lo que puede asomarse por el desfiladero de San Miguel de consolidarse el trazado ahora mismo en estudio. Además, como paso imprescindible el gobierno local ponferradino debería estar ya solicitando una audiencia con el flamante presidente para poner sobre la mesa, cuanto antes, todas las facilidades -terrenos, licencias, etcétera- a fin de que la transformación de la ciudad en Capital Nacional de la Energía sea una media realidad en el 2008, y una certeza allá por el 2011. Este debe ser un proyecto asumido al cien por cien por el Ayuntamiento a la hora no ya de la financiación, dado que el presupuesto superará los 350 millones de euros, pero sí a la de allanar cualquier trámite o cesión que esté en manos de la administración municipal. Si en estos dos asuntos la ciudadanía llega a percibir en los próximos tres años no digo ya la más mínima traba, sino un talante desidioso o pusilánime, es seguro que la habrán pifiado, y además habrán debilitado el derecho de Ponferrada a la protesta en el caso de que los compromisos gubernamentales lleguen a quedarse en lisonjas preelectorales como ya nos ha ocurrido más de una vez.