Procesiones y pasos

ESTAMOS ya en plena Semana Santa y eso, en una ciudad como la nuestra se nota y mucho. No sólo porque hay más turistas de lo habitual, sino también porque las procesiones entorpecen el tráfico y el normal desarrollo de la circulación, especialmente en la tarde noche. Menos mal que las peatonalizaciones ayudan, porque buena parte de los recorridos se realizan por el casco antiguo, pero aun así el caos circulatorio aumenta considerablemente. Un problema añadido que suelen encontrar los braceros que llevan los pasos es el estrechamiento de algunas calles a causa de las obras. De eso saben mucho los que estos días pujaron en las cuestas de las Carbajalas y Los Castañones, porque la valla metálica de un solar estrecha más todavía el paso y al tomar la curva es casi imposible girar si el paso es grande. Pero con ser esto un problema no es a lo que me quiero referir hoy, con los pasos. No se trata de los grupos esculturales que procesionan en Semana Santa, sino de los sitios por los que se pasa. Y así después de recordar el estrechamiento antes citado no puedo por menos que lamentar la mala impresión que se causa entre quienes nos visitan y ahora más que nunca se acercan al Húmedo. En la calle de El Barranco se han tirado unas viviendas y el solar tenía una valla de plástico verde, sujeta a unos postes metálicos que iban dentro de unos poyos de hormigón. Algún gracioso debió cargársela y así el domingo presentaba un aspecto lamentable, al tiempo que impedía el paso si alguien quería utilizar esa calleja, entre la Corta y la plaza del Grano. Insisto en que nuestros visitantes, que se aventuran por la parte más castiza de la ciudad, no entenderán este abandono y la mala imagen que se da de una zona muy visitada. Y aunque a los leoneses no nos guste atajar por El Barranco, supongo que lo peculiar de la calleja pueda llamar la atención de muchos turistas, que no podrán pasar y comprobarán el abandono de esa zona, tan popular.